Jacques Lacan. Conferencia en Londres, 1975 — vía Sucitrep Osat


















En esta conferencia vemos que Lacan se sorprende porque Erich Fromm no lo menciona en un libro reciente. (La crisis del psicoanálisis). Es un desconocido, se piensa, en el asunto. El narcisismo de Lacan es extrañísimo, no parece afectarlo.

Existe, dice, una concomitancia entre el nacimiento de la noción de signo y el psicoanálisis. Esto no parece accidental. Es el signo el que se encarga de relativizar la concepción del mundo. El hombre es el lenguaje, a fin de cuentas. Y no se puede saber qué sería si no tuviera lenguaje y no tiene sentido decir más. Estudiada la noción de signo, constituye, como dice Lacan, una noción pivote. Lo desesperanzador de todo esto es que era tan consecuente y fatal que la noción de signo apareciera. Aparece, es decir, hace su imaginario. Lacan cita a Aristóteles y refiere el realismo que, básicamente, no apreciaría la función del real lacaniano. Era un mundo ordenado por la sabiduría divina y de la armonía de las esferas el de Aristóteles: por tanto, debía comprender un final. En cambio, el mundo de Newton no sabe ya de finales: la Tierra gira alrededor del sol porque cae en él, y no está todo dicho, por supuesto, según Lacan. La pregunta es por qué la Tierra empieza a caer al sol como no se sabía antes: porque se convoca a la dimensión de lo real. Tiene mayor sentido el de ese real que el del realismo ya que el realismo está situado en el lugar de lo que no está sometido a sentido. El sentido es, básicamente, lo que lo simbólico extrae del real al simbólico. Es una dialéctica que no prueba nada. Según cita que hace Lacan de Richard Ogden, la belleza no se sabe qué papel juega. Dónde está ella. La belleza está esperando siempre como lo que no ex-siste. La belleza nunca ex-siste y eso es el sentido del sentido. Y ese es el significado del significado que busca Ogden. Lacan afirma que cualquier palabra puede decir cualquier sentido y esto se debe a que su funcionamiento es por homología cualquiera sea el arraigo que haya tomado el uso de una palabra o juego de ellos. Se las puede hacer hablar. Todo esto comienza en una metáfora y hace pie en una analogía. La metáfora dice que las palabras tienen algo que compartir con las demás y la analogía dice que se ha dado fin a ese círculo que de no ser por las fuerzas del sujeto no tuviera fin. Así, la analogía sustituye. Por ello es que por el discurso sólo se engendra una dimensión de lo real. Esta semilla ya ha sido plantada y lo que se dice no hace más que remitir a su condicionamiento. 
Según Lacan, Freud creía que el psicoanálisis culminaría con el conocimiento de las enzimas y las hormonas, lo cual no puede ser así, pues las hormonas y las enzimas, son sustancias que no tienen sustancia. 
Por esta misma razón es que el psicoanálisis habría tenido efectos cuando en realidad se pone en tela de juicio eso: la razón de su efecto es la misma que hace que las hormonas y las enzimas sean sustancias insustanciales. 

Lacan congratula que los ingleses digan en su lengua al paciente, "analizando" (analysand), usando el gerundio. Le interesa la precisión del término, habida cuenta hace una remisión al registro de lo real. También verifica que se hace un error al creer que se considere que lo que hace el analista es interpretar. Por la simple razón de que no se interpreta el real. 

Todo sueño, todo olvido, todo chiste es reducible a un juego de palabras. El sueño prueba ese giro en torno a las palabras, a los significantes, entre lo imaginario y lo simbólico, un poco de lo imaginario como una configuración coherente y un poco de los simbólico como emisiones de significantes solas. Nada hay en el sueño que no exista. Por otra parte, los sueños muestran de qué son capaces las palabras, los significantes, en su escueta precariedad. Es necesario que el inconsciente nada tenga que ver con lo fisiológico para Lacan. Es así como se distingue el que lo fisiológico es leído desde el inconsciente. Esta es la verdadera inmanencia de un cerebro y una mente. No tiene caso ni siquiera hacer una definición que distinga el uno de la otra, por ejemplo. 

Finalizando, Lacan hace una diferencia entre repetir y decir lo mismo. Tal parece que por decir lo mismo se entiende en ceder su goce hasta lo que sea capaz este de dar. 
También que Rosencrantz and Guilderstein are dead de Tom Stoppard lo ha sorprendido. Libro que, para él, es uno de los textos más lacanianos. Según cita al pie de la conferencia, la obra desfocaliza Hamlet y pone en un plano primario a estos dos personajes. En este libro, Lacan ve muy claramente que no hay diferencia entre naturaleza y cultura. La naturaleza, dice es una idea que hace la cultura. 
Refiere que el lugar del "analizando" inglés o como se dice, al que le pasan cosas que no comprende, está entre el registro simbólico y el real. El registro imaginario queda afuera.

Luego verifica que Freud distinguió entre lo fálico y genital y al referir esto está constatando que se confunde un orden y otro y esa confusión luego se la atribuyen a los psicoanalístas. Lo que se llama trasladar la propia confusión. Sirva de ejemplo el que óvulo y espermatozoide no hable del sexo aunque sí pueda hablar de la inseminación artificial. 
La pulsión es, entonces, ese ilisible ue se ve en infante antes de que sea parlante (antes de su encuentro con el enigma del falo). El enigma está en lo que se imagina, no hay ningún enigma en el registro de lo real. Lo que no se puede decir es la pulsión, la relación sexual. 

La conferencia va culminando cuando se refiere la correspondencia entre el petit a y el objeto transicional de Winnicott. Léase en transicional, sorprendente. 
Por último, a pesar de sí mismo, Hegel es quien mejor ha hablado sobre el discurso del amo. Este "a pesar de sí mismo" tiene conferido un sentido especial para Lacan. 
Básicamente, el amo es el portador del placer, y el esclavo, como consecuencia lógica, se constituye en tal por la conservación de ese placer.