Ludwig Wittgenstein, Conversaciones sobre Freud – vía Sucitrep Osat























Wittgenstein se mostró crítico a Freud al mismo tiempo que se interesó por él. Esencialmente, la idea de que existiera un simbolismo onírico le atraía. La idea es que ahí, en Freud había algo digno de escucharse. El tema, la psiquis, parecía ser atractivo, trátese como se trate. Había algo que decir, pero en ese plano teorético en que lo decía Freud estaba bien, ni pensar, como se refiere, en introducir el psicoanálisis al escribir, es decir aplicar una teoría, una interpretación para mejorar una historia. Lo cual, es sin duda hoy día absurdo. Sabiduría dijo, es lo que no esperaría de Freud. Esta idea de sabiduría que expresa Wittgenstein es de una ilusoria perfección en la obra. Nos da a pensar en una forma de inacabamiento de la obra no precisamente material. Es una idea de una obra como aquella que a pesar de equivocarse, cometer gruesos errores, poseería algún valor. 
Entendió que existía un problema en el discurso de la ciencia al tratar de aplicarlo a la psicología, o bien la psicología era un problema (no un problema de) para la ciencia. Así planteada como estaba, era especulativa en Freud. 
Al formular un discurso para la psicología Wittgenstein entendía, al parecer, que se estaba oponiendo un discurso de la física, por ejemplo; de ahí que se hablaran de leyes para la mente. En un discurso sobre la mente, observaba, no se puede decir (A)=(B). No lo era. El problema de la causalidad se haya en problemas en un discurso psicológico. De ahí que pensara en otro tipo de discurso para la psicología. 
Pero el psicoanálisis actual parece esmerarse en diferenciarse, en dejar clara, la diferencia con la psicología. Así, Lacan, habla de un enfoque erróneo por parte de la psicología. Tal vez como pocos Wittgenstein leyó La interpretación de los sueños y observó que la idea de interpretar representaba el problema, y que no sólo ella, sino lo que hacía Freud con los sueños y por extensión, con la mente. Al parecer de Wittgenstein, Freud analizaba sus sueños y no mostraba interés en establecer cuando parar en la interpretación de sus sueños. Asimismo, despuntaba todo su discurso una idea de "corrección" en el resultado hallado en el análisis de los sueños. Todo lo cual es absurdo. No precisamente por lo que estaba haciendo sino por la idea misma de llegar a un resultado "correcto".




En estas breves notas tomadas a Wittgenstein, por ejemplo, este pone en duda que las alucinaciones o los sueños no sean realización de deseos. Las palabras mismas, como en: "corrección" son las que están coartando la conclusión. "Realización" y "deseos" se presenta como problemas para Wittgenstein. Su sentido cambia a través del tiempo. Indistintamente se advierte que "realización" es intercambiable por "satisfacción", y la brecha a la claridad no se abre más por desplazar un lexema a otro. Wittgenstein no conocía el concepto de satisfacción que emana de las interpretaciones lacanianas, por ejemplo, lo que genera el absurdo de reprochársele, tan pronto la idea de satisfacción en Lacan confiere una proporción de goce, que no necesariamente implica conseguir lo que se desea. Hay un desear consciente y un desear inconsciente en Lacan, el segundo de los cuales puede parecer en el primer sentido totalmente opuesto. Esto, como decimos, no puede saberlo cronológicamente Wittgenstein.
El problema se puede observar a través de la problemática de la denotación: esta incluye dos elementos. Por un lado el que Freud dijera lo que estaba diciendo creyendo que la herramienta que utilizaba, era la misma que la que utiliza el científico, lo cual no es cierto puesto que no es un instrumento de la misma precisión. Así a Freud se lo incluiría, o pudiera incluírselo entre quienes pensaban que lo que teorizaba era simplemente eso: lo que teorizaba. Al hacer una crítica paralela Wittgenstein hace lo mismo, se basa en la denotación: la connotación hace en Lacan que la satisfacción de un deseo sea para Wittgenstein la insatisfacción del deseo, y helo ahí el problema. 
No obstante, como sucede y coarta el olvido, hay encuentro entre pensadores, puesto que la materia de que constan para sus análisis es limitada: el lenguaje mismo. Así Wittgenstein llega en este texto a una tesis semejante a la de Lacan: el analista complica la interpretación última del sueño, (sin hacer, claro, referencia todavía a si puede o no haber allí una interpretación). Lacan refirió este problema en su concepción de la lingühisteria. Ese tópico lo resume. Wittgenstein llega a él de otro modo. Por ejemplo en esta concurrencia de ideas sin etiquetas, tópicas, iguales.  
Al referir una prueba para los recuerdos que se consideran como productos de la ansiedad, Wittgenstein aborda un discurso científico. La prueba es sólo científica, basada en la experiencia. El hecho de que los recuerdos pasados estén ligados a la ansiedad no puede recibir una prueba con las herramientas de que consta Wittgenstein tampoco. Nos remite a la pregunta de por qué se recuerda lo que se recuerda: porque nuestro lenguaje está basado en la experiencia. Por otra parte el par recuerdo/ansiedad que colma la proposición no tiene nada que hacer con datos positivos: dos sustantivos para nada positivos (datos). 




Wittgenstein menciona una pintura que le pareció un sueño, "Visita", era su nombre. El hecho de que tenga una disposición que recuerda a un sueño, no implica que lo sea, lo sabe. El ordenamiento de los objetos, al parecer, tiene un parentesco con los sueños, dada la incoherencia inherente con que están dispuestos en el lienzo. 




Toda la disconformidad de Wittgenstein acusa el problema de la teleología: partir de un punto cualquiera para llegar a uno final. Así, cuando se queja de que los sombreros en un sueño sean interpretados como un signo fálico. Evidentemente si toma al pie de la letra, los sombreros serán un signo fálico y por tanto absurdo; ¿por qué no otra cosa? Pero desde un enfoque lacaniano el sombrero como signo fálico es el reduccionismo que es. Falo es una metáfora y por tanto no hay ninguna teleología posible, es decir, no se descubrió nada al decir que es un signo fálico. No se encontró la solución a un acertijo. No funciona de ese modo.
Y esto es lo que interesa a Wittgenstein: los juegos de lenguaje: una adivinanza supone no tener demasiadas soluciones (aunque pudiera tener más de una) y el sueño no es una adivinanza. Wittgenstein se encapsula en la idea de que Freud plantea el sueño como si fuera el juego de lenguaje acertijo. La idea de sustitución es la que se involucra en esta teleología, pero la sustitución incluye una sustitución de tipo más absoluto como si fuera una llave que corresponde a un candado determinado, y la sustitución que a la que se le puede encontrar más de un sustituyente. Si se propone un sentido para el sueño analizado se propone que la cuestión termina allí, que (A)=(B). El discurso sobre los sueños actúa de igual forma que el discurso que emana de las ciencias.




Las dudas que tiene para sí Wittgenstein son más constructivas: ¿qué hace que un sueño genere el deseo de interpretárselo? Y qué es la interpretación. Y por último ha sido la interpretación alguna vez el final del enigma. Si existe un psicoanálisis que propone que los sueños no tienen un significado, sino que son poblaciones de significantes, no hay nada que "revelar" allí. La proposición de encarar la cuestión por parte del mismo Wittgenstein incluye metafísica. 




Por otra parte, Wittgenstein asume que en los sueños hay elementos que hay en el lenguaje, que comparten los signos, el proceso de significación. Esto vuelve afines al sueño y al lenguaje. Pero los signos que están dispuestos en el sueño no tienen un sentido al modo conclusivo (A)=(B). 




Wittgenstein observa bien que ejecutar la interpretación (A)=(B) quita el factor enigmático que genera el sueño. Es el mismo asunto que venimos refiriendo; a consideración de Lacan está esbozado en Freud este problema: el saber, el lenguaje de la vigilia, el llamado consciente, puesto en lugar de lo "experimentado" en el sueño, deshace la naturaleza misma del sueño. Sería como la realización de una suerte de cadáver exquisito en el que se consta de elementos diversos que aparecen en el sueño y que no tienen la ilación que presenta en una proposición, y luego, una vez analizados disponerlos de modo que tengan un sentido, un significado: deseo de ser amado, por ejemplo. 




Por otra parte, Wittgenstein refiere bien un proceso que se ejecuta en el mismo sueño: interpretar, interpretar en el mismo sueño. Esto simplemente da la igualdad de una acción que se realiza en la vigilia. Sucede en ambos casos. Esto implica a algo que sólo mencionaremos, el  asunto del sueño lúcido, es decir, el sueño en el que se ejerce además una acción propia del estado de vigilia, de ahí que sea tan fácilmente identificable. 




Entonces, como ve Wittgenstein, la interpretación del sueño, como la de un recuerdo, usaremos un término de Freud, forcluye el sueño mismo. El sueño, entonces, no existe para llegar a un significado. De ahí la importancia de que Freud se haya interesado en ellos y de que su obra tenga un componente semiótico, como advierte Lacan. 




Un giro feliz que tiene Wittgenstein resume muy bien esto: interpretar un sueño, llegar a un significado, a un Uno, es querer "soñar un sueño", (sólo que cuando no se está soñando). La conclusión es que el sueño quiere quedarse como está, que es intransitivo. 




Wittgenstein no se complace con la postulación freudiana de que la satisfacción del sueño coincida con la (Freier Einfall) (es decir, la asociación de ideas). Para ello volvemos a referir lo que comporta la satisfacción como antinomia y no de la satisfacción: esto es, incluye desear algo y repelerlo, cosa que no ve clara Wittgenstein. Wittgenstein continúa en el carril de que existe la posibilidad de quedar insatisfecho, y no hay dudas de que no se equivoca, siempre y cuando tomemos en cuenta su perspectiva. 
La discordancia es de índole terminológica: Wittgenstein no se complace en los términos que utiliza Freud. Para Wittgenstein no todos los sueños son "realizaciones alucinatorias" de los deseos. Insistimos que desde su perspectiva unívoca de los "deseos" y de la "realización" esto es correcto. La tesis de que no es el deseo y sí la pulsión la que se satisface (y siempre), tira por la borda esa corrección de Wittgenstein. El deseo a que se refiere Freud es goce, modo de gozar y por tanto sí se satisface, sí se realiza (ahora el término realizar como "accionar" hecha más claridad, mientras que el deseo, que antiguamente incluía al goce sin diferenciarlo nunca se satisface. 
Wittgenstein dice: "Freud ofrece muy a menudo lo que podríamos llamar una interpretación sexual.  Pero es interesante el que, entre todos los relatos de sueños que ofrece, no haya un solo ejemplo de sueño sexual explícito." 



La inconcordancia es anacrónica, de índole anacrónica. Otra vez la interpretación unívoca ahora de lo sexual es la traba para Wittgenstein. La interpretación sexual no remite al sexo, al contenido de un sueño en el que haya sexo, sino a la pulsión. No obstante, como suele suceder en él, la crítica que realiza lleva implícita su solución: el refiere los sueños en que el contenido no es lo sexual sino algo que causa ansiedad, con cualquier otro contenido. Justamente esto es lo pulsional, sexual, del sueño, la ansiedad. 




También a Wittgenstein lo aqueja una exacerbación del formalismo: refiere que hay tantas clases de sueños como chistes. Allí se ve que Wittgenstein intenta hacer sus catálogos particulares. Pero -y diremos someramente esto- tanto los chistes como los sueños tienen en común hacer una escenificación de la burla a un significado, a un sentido final de lo que se enuncia.




Luego vienen los juicios de valor, que vician la investigación y que son siempre recurrentes cuando se investiga; dice Wittgenstein: "Y hubiera [Freud] rechazado cualquier propuesta que sólo fuera parcialmente correcta. Tener razón en parte hubiera significado para él estar completamente equivocado".



Lo cual como juicio de valor, tal y cual Wittgenstein sabía no tienen ningún valor positivo. 

Una formulación muy atinada por parte de Wittgenstein más o menos resuelve la naturaleza sui generis del sueño: si se pudiese traducir un sueño al lenguaje (significado), luego entonces se pudiera hacer lo inverso: traducir el lenguaje a un sueño. Pero se está dejando guiar por la ecuación de la ciencia (A)=(B) al aplicarla también al lenguaje. 




Wittgenstein admite que hay elementos del sueño que están en el lenguaje. La tesis fundamental de Lacan de la cual se desmonta luego todo su trajinar es que existe el inconsciente porque es debido al lenguaje. Aunque esto no tenga nada que ver con los sueños sí tiene que ver con las percepciones y la identificación de objetos de deseo. Los objetos de deseo luego aparecen en los sueños y son el deseo / goce mismo. Al afirmar Wittgenstein que el sueño sólo queda como indicio asume la idea de que se pueda reconstruir el indicio y la naturaleza polisémica de la significación.   




En un punto determinado Wittgenstein compara escribir historias con soñar. Muy parecida a la proposición de Borges sobre los sueños. Soñar como ficción. Por tanto, agrega Wittgenstein, no todos los elementos son alegóricos en la historia lo mismo que en el sueño. Y cabe agregar aquí que la alegoría es la forma de sustitución absoluta que referíamos: para A es B. 



En otro punto Wittgenstein ponía en duda que se requiera una excitación importante para producir alucinaciones del sueño. Precisamente no hay alucinaciones en el sueño, y la ciencia, si no nos equivocamos, ha probado que se produce una energía importante, un nivel importante de segregación de sustancias neurotransmisoras en ciertas etapas del sueño. 




Otra característica que muestra la importante presencia de formalismo en Wittgenstein es cuando objeta que Freud vea como lógico el sueño. Como el mismo Wittgenstein ha visto después, el lenguaje no es lógico sino su forma de estudiarlo. 
Asimismo Wittgenstein muestra su formalismo cuando pone en duda el que se propusiera un mito porque se pareciera un sueño a los mitos, como dice: "No ha dado una explicación científica del mito antiguo. Lo que ha hecho es proponer un nuevo mito." 



La explicación posible es que la mente funciona como la forma de un mito, pero tal cosa no es una explicación.
Por último, también pone en duda la escena primordial a la que remitiría el sueño o cualquier acto de un paciente psíquico, lo cual también ya es teleológico. Y dice bien que hay una mezcla de dos criterios en la práctica analítica: la escena que el paciente reconoce como primordial y la escena supuesta como primordial productora de la cura. Pero todo esto importa por el asunto de que Wittgenstein da la cura como supuesto cuando la cura niega el síntoma, que le interesa al analista, en tanto que la cura es la desaparición del síntoma, un restablecimiento del orden, un ab origen. El cual es imposible. Y la ciencia, por su parte, no tiene posibilidad alguna de concebir una definición adecuada de la cura, puesto que si lo hiciera, esta sería, una vez más, teleológica.