Žižek! — vía Sucitrep Osat


















Podemos ver en este documental a Žižek en la Universidad de Buenos Aires, lo veremos en imágenes en Ljubljana, la capital de su país de origen y en los Estados Unidos.

Las ideas de Žižek que podemos encontrar en este documental son las siguientes:
El sujeto no tiene una relación espontánea con el universo (está traspasado por órdenes). Žižek prefiere la idea de un vacío en equilibrio perturbado, un vacío cargado positivamente. Es la idea de la espontaneidad. De modo que ese equilibrio es perturbado por una catástrofe y las cosas existen por error. El universo es estúpido y esa catástrofe es como el amor, una suerte de confusión, un error que puede ir neutralizándose.  
Su posición es la de estar entre el odio al mundo y la indiferencia hacia él. Encuentra un correlato con la cuántica: el mundo como vacío cargado positivamente. El amor, esa catástrofe que sucede, como el mal (efecto que en la práctica es semejante a la partición del todo nietzscheana: negar el todo afirmando una sola parte, esto es, negando). 
   
Žižek nos habla de dos falsas utopías: la de Moro, la de un lugar ideal, y la capitalista (que es tópico ya: encarrilarse al deseo perverso, decir sí a lo que manda gozar). La utopía verdadera a su ver sería un a modo de atopía: cuando la situación no puede ser pensada, imaginada y se está forzado a imaginarla. Idea esta que se articula con la del inconciente como depósito del futuro (ya que hay un otro pensar como repetición, como copiarse). 

  
Con el aplauso estalinista que Žižek ensaya después de dar una charla, da a entender la diferencia entre líder fascista y el estalinista. Éste al aplaudir también mientras los otros aplauden parece decir: "servimos a la historia todos" a diferencia del líder fachita (que deja que lo aplaudan).

Žižek es tildado de académico rock-star. Esta semblanza le quita seriedad. 
Su pensamiento combina crítica marxista con psicoanálisis lacaniano. Žižek advierte sobre la desigualdad como punto de partida: el monstruo, la inhumanidad del petit a lacaniano. Esto es: el sujeto es igual a otro sujeto y este es el discurso de la ideología, pero hay algo en él que tal vez es lo más importante, que no es y que no es la concepción de un humanista. Por ello Žižek dice que el individuo juega a ser humano para convivir. 

Candidato presidencial en 1990, Žižek se ve a sí mismo por ese entonces y previamente al 90 como por demás combativo y liberal. A esto ligamos su arrepentimiento por su primer libro, en el cual deja testimonio de su creencia en la democracia y en una sociedad que va hacia el pluralismo.

La más clara definición de ideología la encuentra en Marx y dice "Ellos no saben lo que hacen, pero aún así, lo hacen". Observamos aquí la estructura gramatical bíblica recordable, esto es, evocable.
Convive con el aforismo de Hegel: todo lo racional es real: y con Lacan, de más está decirlo, incluso. Plantea la realidad de lo irreal o la irrealidad de lo real (no un construccionismo, sino construcción: la máscara, el fantasma en el sentido lacaniano, la realidad como lo único que hay). No se sabe lo que se hace pero se lo propaga, se le hace propaga-anda como si se lo supiera.
La ideología no es según Žižek algo que pudiera ser otro (no hay una metafísica aquí, un trasfondo, aunque sí una virtualidad real, no hay una metafísica en la noción lacaniana de fantasma); sino que entiende la ideología como lo único que hay. Es la idea misma de fantasma lacaniano. Nuestra realidad en tanto que social es eso y no es una máscara (no hay detrás un rostro). 

Por ellos observa la tríada ideológica europea: anglosajón pragmático (para la economía); la revolución de corte francesa (para la política); metafísica alemana (o la suerte de subjetividad subjetiva para la observación del individuo). 
La idea de una política francesa basada en la revolución implica un apresuramiento por cambiar el orden, una necesidad consciente de cambiar el orden. La idea de una economía anglosajona: una economía por la que se debe ser pragmático: atenerse a los datos empíricos y operar a partir de sus demandas, que es, la emisión de recetas, de placebos. Y la subjetividad subjetiva de la metafísica alemana, en la que se debe observar la individualidad más escatológica y que parece hacer el camino opuesto a la política francesa: la justificación de los órdenes desligada de su contexto objetivo. Todo esto aparece a Žižek como disfuncional por sí solo.

Por ello indaga la suposición de una era de cinismo, objetando la imposibilidad de afirmar que no se cree en nada y para ello observa lo que el considera la última forma de creencia: la deconstrucción. También el problema del estilo del deconstruccionismo: la distancia de su retórica (su encomillamiento). 
Nuestro discurso está empapado de este sentir que actúa en una suerte de parálisis y que termina por hacer filas con el discurso ideológico, sin minarlo.

Un viejo chiste de la extinta República Democrática Alemana es para Žižek el ejemplo de un estilo crítico que no complace, que trata de desprenderse de la ideología: un obrero alemán va a trabajar a Siberia e informa vía postal a sus conocidos cómo le va, pero toma como precaución que se pongan de acuerdo en un código habida cuenta que su carta será leída por censores; éste código está basado en el uso de dos tintas, azul y roja, la primera para decir la verdad, la segunda para mentir: escribe en tinta azul que todo va de maravilla y que lo único malo es que no se puede conseguir tinta roja. La conclusión es aplastante: el fantasma-ideología es de orden material y no permite más que el discurso que complace a sus demandas, no se puede articular: no se puede decir la verdad al no poder mentir (al faltar la tinta roja). 
Es asimismo y al fin y al cabo una crítica al capitalismo como estilo de vida que cree que el hombre llega a un punto que tiene todo satisfecho mientras que la naturaleza del hombre es la insatisfacción; pero sucede que el orden de satisfacción se impone como norma y no parece reconocer en su código la posibilidad de la insatisfacción. Es el desierto de lo Real, la vida no pasa por allí, no es desde allí -aunque sí sea allí, debe ser allí y esto comporta su lado trágico- donde se produce el cambio. 

Žižek cuenta acerca de la elección del ruso para estudiarlo y no del francés o el alemán: la conclusión es la misma que veníamos diciendo antes: siendo los dos idiomas los de las potencias europeas,  terminarían absorbiéndolo y no habrá posibilidad sustractiva. Rezuma una idea de que desentonar produce un beneficio, de que querer lo menos común produce más particularidad.

También en el orden de la misma tesis, sigue Žižek con las anécdotas personales. El caso de que si se quedaba en Eslovenia su destino era burocrático. Denuncia así un sistema subdesarrollado que no permite desarrollarse individualmente porque obliga a ser lo más típico. Es así cómo antes de emigrar estuvo dos años trabajando en el Comité Central en Eslovenia. Esto es así puesto que no hubiese podido ser un teórico quedándose en Eslovenia. La idiosincrasia de este país no auspiciaría esas excentricidades.

La afirmación tajante de Žižek: "La gente es mala", comporta la misma crítica que se venía articulando; lo que la hace mala, a su ver, es la fascinación con el ídolo posicionado por la estructura, -y por ello el se siente ridículo al ser elogiado y no sólo eso sino que le parece un hecho de suma importancia, (negativa)-.
  
Observamos a Žižek viendo en TV la producción que se hizo para TV en pos de llevar a un público más amplio el discurso de Lacan, hecho que le llama mucho la atención. Lacan sostiene una postura en el programa para TV francesa que va contra la ideología. El reclama su voz y lo hace saber repetidas veces en medio de las preguntas. Traza la distancia que existe entre lo que Žižek llama la ideología y lo que él tiene para decir. Existe una distancia entre el yo y el sujeto al enunciar (como hace Lacan) que es lo opuesto a la ideología, según Žižek. Žižek denigra un énfasis que detecta en Lacan (aunque es su forma de extender lo que tiene que decir Lacan). Lo que Žižek -ya que se concibe a sí mismo comprometido con la Ilustración- no concibe es que Lacan no esté siendo oscuro genuinamente en esa forma de discurrir.  
Puede haber aquí un posible error de Žižek: Lacan en términos accesibles puesto que podríase concluir que Lacan es su voz: la necesidad de su voz para ex-sistir como supo hacer hincapié Barthes. 

Otro posible error de Žižek tal vez tenga que ver con algún dato de su consideración de la función de la filosofía: aquí Žižek parece olvidar a Lacan, en tanto que si la filosofía es una praxis, ante la catástrofe inminente -puesto que Žižek da el ejemplo del uso de la filosofía ante la amenaza de un asteroide, por ejemplo- es ella la que opera y no cuanto se tiene. Ante la catástrofe se hace algo con lo que se tiene, una ciencia por ejemplo: filosofía que es la pura operatividad como lo que sólo entiende y reduce la catástrofe y la catástrofe como el terreno de lo imprevisible al igual que la filosofía. Esa filosofía no es una filosofía que se detendría en palabrerío, no es filosofía del lenguaje, es actuante.
Lo que no parece tener falencia es su observación de que la filosofía no resuelve problemas sino que los redefine. 
Lo mismo es inobjetable cuando Žižek vindica la filosofía como disciplina que tiene aspiraciones modestas, puesto que las suyas -o, como el dice, las de la verdadera filosofía- tienen un horizonte implícito que es el de la realidad, y cabe decir que no puede ir mucho más lejos. 

Otra idea potente expuesta en este documental es la de la inversión lacaniana de la idea de Dostoievski, también tratada por Camus, ahora así, de este modo: "si Dios no existe, todo está prohibido"; es la explicación del ordenador fálico como metáfora que todos aceptan, aún quienes no gustan de lo que llaman tal vez "falogocentrismo" y que sin embargo toman para sí -pseudocientíficos que desacreditan estas teorías y que no hacen más que incluirlas en su discurso porque no comprenden que en tanto que discurrir deben hablar en su forma discursiva-. Esa metáfora sólo implica este concepto de que si ese ordenador está ausente con él se ausenta el principio de realidad. 
La idea a que viene esto aparejado es que la sociedad consumista del capitalismo dice que se goce y luego reprime el goce que había patrocinado, anulando el primer mandato-demanda. La misma cosa que causa el daño debe ser también el contragente, dice Žižek. Esto responde al acomodamiento especulativo de los mercados, pero también a la utilización de la técnica y la ciencia por parte de los mercados. Esta especulación puede ser vertiginosamente evolutiva aún más que el hombre mismo y traer incluso aparejado evolución en el consumidor. Entiendase aquí una modificación del mismo consumidor.

Así es como Žižek llega a la afirmación de que la trasgresión no es ya rebeldía contra el orden impuesto, sino que es lo impuesto, el orden, vendría del A, de un Deseo del Otro que no tiene la misma modalidad actuante de otros ordenadores de otra época, pero que no obstante ocupa el lugar legislador. Pero de este mandato de goce pudiera preguntarse si no es el nietzscheano, el de entrar en tierras inexploradas con lo que por supuesto asume el riesgo de ese vacío.  
Del mismo modo Žižek dice que hoy la imposición es goce desenfrenado y que encontrar el goce en sentido lacaniano, el que abre camino a un concepto de la libertad y que sería la lucha misma contra ese goce instituido, legislador, lo cual parece sólo pasible de enunciación tal como él lo hace. Y eso sucede. Y Žižek cita a Freud cuando dice que la civilización es descontento. Se está tomando como cuerpo a la cultura, a quien atraviesa una suerte de Sujeto supuesto Saber lacaniano; y que esas cosas, esos saberes que sólo sobrevuelan en ella producen ese descontento, están a la espera de colisionar el estado de cosas. De ahí que no haya ninguna cultura normal; lo cual es lo mismo que decir que las anormalidades pasan a la cultura (cultura que es lo considerado como normal). El plus de goce es esa inserción para el malestar en la cultura y es el goce en el sentido lacaniano que no permanece en la cultura, sino como resto del sujeto.

Žižek dice que no sólo él combina Lacan con Marx sino que Lacan ya usaba a Marx. El concepto de plus de goce está tomado de una homología con el plus valor marxista, significando aquello que moviliza el movimiento capitalista. En el capitalismo tanto como el psiquismo este movimiento parecería el de un jugador compulsivo que está obligado a apostar a más con lo que ya tiene como patrimonio. 

También refiere Žižek la vinculación que se le ha hecho con el estalinismo por sus bromas, especie de actuación de los signos (al decir de Barthes), con la que se despega de la oposición libertad-fascismo (su crítica de la obligación de ser libres). El discurso directo al que no condesciende y que dice que está en contra del fascismo que se vincula tradicionalmente a la izquierda y que se apropio de ésta, habilita el consenso liberal que reapropia al que habla así. De ahí que parezca que no habla en serio y de ahí que se lo ligue al estalinismo.
El chiste de Groucho Marx trata de derribar esa visión del yo como algo puro, del que hay que hacer autocelebración: ("no sería miembro de un club que me admitiera como miembro"). Žižek agrega que si no fuera sí mismo se arrestaría. Esta es la parte del sí mismo, del yo que el considera al decir "la gente es mala".   

También se queja de la demanda que se le hace por la que debiera ser crítico con Lacan (la acusación de su dogmatismo lacaniano) y él objeta con el ejemplo de los derridianos que no son críticos con Derrida. No se trata pues de ser crítico por proponérselo, la crítica viene de entender, y Žižek asume que en su lacanismo afirma las herramientas útiles que encuentra en Lacan.