Presentación del seminario La angustia de Jacques Lacan — vía ICF-Granada





La reproducción prohibida Magritte


















En este audio observamos las siguientes aserciones de Miguel Bassols:


Que la angustia se extiende barriendo su signo y transformándose en fobias. De hecho, las fobias son resoluciones de la angustia. 

La angustia se sitúa en el cuerpo, y en el pensamiento se sitúa como un no saber. Lacan la denominó "caballo del pensamiento". 

Lacan pareció advertir la importancia de que existiera la angustia y de que no fuera sólo un signo a borrar inmediato, sino que pudiera bien formar parte de el proceso de un duelo individual. 
Por ello la angustia es un afecto que se desplaza y sobre todo al intentar borrársela: amor, odio, tristeza, entusiasmo puede tener como subyacente o supletorio a la angustia

La angustia se desarrolla como si fuera un enigma del deseo del Otro, esto es: en el no saber qué espera el Otro del sujeto angustiado. El Otro, con esa presencia se torna devorador, toma una forma en la angustia que pudiera ser la de lo que no se puede representar, haciendo que el sujeto mismo no pueda representarse (encontrarse) a sí mismo. 
Tanto lo éxtimo como el a, nombrados indistintamente, son lo más íntimo del sujeto a tal punto que se perciben como exteriores, como ajenos. Es esto lo que sucede en la angustia, donde hay una inmisión: el objeto de angustia es lo más íntimo pero se percibe ajeno al individuo angustiado. 

Un ejemplo pictórico que se piensa aquí es un cuadro de Magritte en el que un hombre se mira a un espejo, y al hacerlo, se ve de espaldas; un poco retorcidamente, el que pudiera ver su rostro como se muestra imposible en el cuadro, significaría, ver su éxtimo, lo cual no sucede y se ve de espaldas. La imagen devuelta, sin rostro, es, una suerte de doble. 

En Freud el objeto de la angustia era un sin objeto. En Lacan no es así. Esto reformula Lacan. El objeto existe sí, pero en tanto es libinizado. 
La angustia se presenta como un no saber, como la persistencia de este afecto. 
De ahí que exista en la psicología un error en el objeto de análisis: es sí, tal cual es, exterior, y la angustia es exterior sólo en la medida en que es objeto del sujeto. 

Diversas alusiones se harán al cine aquí, como ser ejemplo a la película Alien. Alien en tanto no ha aparecido, no se sabe qué es, es el objeto de angustia. En tanto se hace objeto una cosa es objeto de fobia. Este objeto fóbico es un objeto fetiche, tiene una realidad, claramente externa.

En este Seminario, temprano en Lacan con respecto a su desarrollo de la lógica del goce, vemos como la angustia, su objeto, llevará a la indagación por el objeto petit a
Como el petit a, el objeto de la angustia es interior, éxtimo llamado (íntimo al sujeto).

De ahí que no engañará, como se suele decir, la angustia: puesto que este objeto no es simbolizable y en tanto es el símbolo, el significante, el que miente su lugar. 

Lo que vemos en la película Alien de sin objeto, es propiamente esto: lo no clasificable, lo no simbolizable, lo abominable que define al petit a. 

Lacan indagará y aludirá a Kierkergaard como uno de los mejores analistas de la angustia: la angustia se construye como una nada y a la vez como lo que más íntimo es del sujeto ($).
Es, dicho en palabras barrocas, cuando sucede la falta de la falta. Asimismo en Barthes está expresado más o menos así. La falta es necesaria a la simbolización; habida cuenta que en la angustia hay carencia de simbolización, aparece la falta de la falta. 

Se refiere un lugar interior en la arquitectura japonesa: el tokonoma, este espacio cumple la función de localizar un lugar vacío en el interior de la casa, y que representaría un símil de la falta de la falta lacaniana. 

En la globalización la falta está comprometida: el consumir resulta como en la angustia el temor de ser engullido, de ser consumido. No se da lugar a la falta y todo debe ser llenado con un terrible horror vacui que todo lo impregna. La consecuencia es la angustia. La falta es desechada.

El niño autista es el ejemplo del que no simboliza, no porque sea presa de la angustia. Asimismo el animal. Esto se ve claramente en el funcionamiento del espejo en un animal, como en un niño autista, tal y cual se refiere aquí: se ve como un otro y no forma la imagen, o fantasma producto de simbolización que lo restituye a su identidad. 

También se refiere que Freud distinguió entre signo y experiencia de la angustia. El signo de angustia cumple una labor positiva, vital, superviviente, en tanto que la experiencia de la angustia no es funcional a ello, sino que es la aparición de la desaparición del símbolo. 

Por ello se hace importante establecer una distinción en los distintos tipos de angustia: existe la del perverso, en quien propiamente no hay signo de angustia puesto que pasa su goce sin aquel. 

El sujeto, de suyo dividido ($), ante la angustia está dividido en un grado desparejo, impar, hacia la no representación de sí mismo. 

Un hipotético fin de análisis, según se dice, sería cuando el sujeto simboliza la muerte (tarea de por sí imposible, se alega que sólo se tiene experiencia de cadáveres), esta simbolización es propiamente castración, la simbolización a través de la Estructura.