José Ingenieros — La simulación de la locura en la lucha por la vida










Tal vez este texto cuya tesis ya se irá viendo nace de la percepción de un fenómeno que extrañó a Ingenieros y lo sacó de lo que estaba leyendo (acaso Tartufo de Molière). Observó que un copo de algodón y polvo se movía. Dentro, obsevó un gusano que desde sus extremidades se fijaba a la pared para recorrerla. Debía, por ende, existir un vínculo "filogenético" entre este gusano que así se ocultaba en el copo y el delincuente que disimula su responsabilidad jurídica. 
El texto es un estudio de la simulación como medio de lucha por la vida desde las primeras manifestaciones "inconscientes" hasta la vida humana en civilización. 
Atendiendo a los presupuestos de la variabilidad de las especies bajo influencia del medio, de corte lamarckeano, la teoría de la lucha de la vida con la consiguiente selección natural, darwiniana, y la realidad del nacimiento de más individuos de los que pueden vivir trayéndo como consecuencia la lucha entre especies y dentro de la misma especie, Ingenieros desarrollará un catálogo de simulaciones y una clasificación de caracteres psicológicos, entre otras cosas. 
El ejemplo típico, el árbol que lucha con los demás frutales por atraer a los pájaros diseminadores de semillas, la consideración de la vida de la especie como la de un individuo perpetuamente joven, en cuya renovación (de la especie) se mantiene capaz de sostener nuevas luchas y adquirir nuevas variaciones útiles, ilustran estos presupuestos arriba mencionados.
En una generalidad muy vaga existen dos tipos de recursos en la lucha: el fraude y la violencia. El caso de la mentira sería un ejemplo de fraude mediante el lenguaje. En el caso de la simulación habría confusión entre un ser o su acción y otro sólo en lo exterior. Para distinguir esto Ingenieros refiere el ejemplo del actor que hace de Otelo: en el momento que mata a Desdémona, el actor, no imita a Otelo sino que simula hacer lo que hace Otelo: matar a Desdémona. La imitación es, justamente, hacer la cosa en realidad y no simularla. 
Especial atención le merecen, al efecto, las simulaciones à rebours, o invertidas, aquellas que pueden invertir la selección natural (Sergi), es decir, la supervivencia de los más débiles, degenerados, etc. 
Entre los fenómenos de simulación los hay accidentales y voluntarios, éstos, supone, comportan una mayor complejidad. 
Para comprender el concepto de simulación se requiere entender en conjunto su opuesto aparente, la disimulación. No son más que las dos caras de la misma medalla, como dice Ingenieros. Cuando hay una, es necesaria la otra. La simulación es mostrar lo que no es. Y la disimulación es ocultar lo que es.  El enfermo disimula enfermedad al simular salud en pos de una póliza de seguro. Los gusanos que frecuentan hojas verdes tienen el mismo color. Algunos animales simulan formas y colores de otros que son temidos. Las simulaciones combinadas son aquellas en las que se imitan caracteres de forma y color (homocromía). Llega asegurar Ingenieros, entendiéndo el curso metafórico que le da, que los seres inorgánicos, los minerales, "luchan" por la vida, contrarrestando causas destructivas. 
La simulación está asociada a la lucha de un modo muy estrecho. Si bien las plantas que constan de medios defensivos tales como espinas, olores pestilentes, venenos, y hasta su misma fecundidad, no efectuán con ello propiamente una simulación, sí ocultan una debilidad en esa fortaleza defensiva. En el orden de lucha sucede lo mismo con plantas cuyas semillas se producen en pequeño número, que para defenderse de los pájaros poseen un color verde que las disfraza en el lugar donde caen. 

Un postulado que sostendrá durante toda la obra Ingenieros es el de que a mayor perfeccionamiento de los medios de producción (en humanos, claro), más se atenuaría la lucha por la vida. Las asociaciones de diversa índole cumplirían el mismo rol.

Cuatro grupos generales de simulación nos dan una clasificación:

Aquella en la que se da homogeneidad de color entre el animal y el medio (es involuntaria y de origen selectivo, esto comporta el encontrarse el animal en un medio propicio a la supervivencia)

Aquella en la que hay homocromía por emigración activa del animal a un medio determinado (sería voluntaria).

Cuando ciertos animales poseen el color y la forma de otros que tienen alguna ventaja defensiva (mimetismo voluntario, selectivo)

El caso de mimetismo voluntario por simulación de caracteres externos de otra especie, (sin aparente diferencia respecto al anterior).


Ciertos colores llamativos se dan por selección sexual, otros por selección natural: los animales polares suelen ser blancos, los del desierto, amarillos y terrosos. Especies que no construyen nidos poseen huevos morfológicamente parecidos a los de otra especie, propiciando así, la incubación. Los casos de adaptación transitoria de color, por ejemplo la liebre ártica, se deben a que viven por temporadas en la nieve. Este sería un ejemplo de variabilidad. Ingenieros refiere el caso de animales que modifican su color "voluntariamente", tal es el caso de cierto pez que al nadar en aguas claras es amarillo y al hacerlo en aguas profundas se mancha o se llena de rayas lo que propicia el ocultamiento entre plantas acuáticas. Una explicación para este género de fenómenos sería el que las excitaciones visuales determinan cambios de posición en las capas de las células pigmentadas (cromotoblastos) que poseen sustancias colorantes, refinada simbiosis entre el animal y el medio. 
El carácter involuntario de la simulación estaría dado por el hecho de que es producto de la selección. Un ejemplo de simulación voluntaria es el de una araña cuyo vientre simula por el color y forma el excremento de un pájaro posibilitando capturar insectos que se posaran encima. Ciertas arañas miman hormigas porque estas son menos perseguidas por los insectos. 

De manera que tenemos simulación defensiva y simulación ofensiva. 
Dicho al margen, Ingenieros quiere aclarar que la simulación es exterior y se remite a lo visible, no extendiéndose a los caracteres internos de la cosa o ser "mimado". La Coronella Austríaca, semejante a una víbora, achata y dilata la cabeza. El ratón se finge muerto ante el gato. La Dromia se cubre con otro animal (la esponja, que no es comestible). Este ejemplo le recuerda a Ingenieros los indios de las pampas americanas que se ocultan bajo el vientre de sus caballos. 

La teoría de Darwin y Wallace sobre mimetismo es selectiva: individuos que por azar tienen el aspecto semejante a su medio han escapado y ha perdurado su especie. La teoría de Moritz Wagner es emigratoria: animales homocromos por la búsqueda de un medio propicio (voluntario). Para Wood, teoría fotográfica, la imitación se da por influencia refleja o fotoquímica de la coloración del medio sobre el animal. 


Con respecto a los humanos y con respecto a la lucha entre ellos, existen tres tipos: entre agregados sociales entre sí, entre agregados e individuos, y entre individuos entre sí. El primer ejemplo pudiera corresponder a la guerra entre dos naciones, el segundo a la conducta de un delincuente, y el tercero a la de dos salvajes disputándose una raíz. 
Entendiéndo la lucha como presupuesto, los medios (de lucha) se adaptan a ella o bien la lucha se adapta a los medios, persistiendo. El antagonismo puede surgir por diversas causas: desigualdades étnicas para el primer caso. Entre sexos, la lucha se da por la diversa función social que cumplen cada uno y también por las necesidades de la conservación de la especie. Dentro de los agregados sociales la división del trabajo determina la aparición de clases con intereses antagónicos. Asimismo la comunión de intereses engendra lucha entre agregados y la sociedad. En medio de este mapa, pocos resultan ser los que conservan sus rasgos característicos ya que los más están obligados a imitar ideas, sentimientos y costumbres. La educación suele establecer una homocromía social entre el individuo y la sociedad, obligando a simular lo común y disimular lo individual. La sociedad establece una tabla de valores morales que los hombres tratan de violar (y violan) simulando virtudes y disimulando vicios. 

Con respecto a las razas, Ingenieros es claro: no hay pureza étnica en ninguno de los pueblos civilizados; el único sentido que hay y ha habido para hablar de razas es sociológico y está fundado en la homogeneidad de intereses. Tal es el ejemplo de la guerra por Cuba entre Estados Unidos y España: los partidarios de esta última nación invocaban la solidaridad de los pueblos de "raza latina", disimulando captar simpatías. Los cruzados o la colonización en la época de Colón simulaban sentimientos religiosos y disimulaban la expansión de economías feudales. Los simuladores surgidos de la invocación del patriotismo dismulan empresas económicas. El fin de la civilización de pueblos menos civilizados y más pobres usualmente han disimulado falsa solidaridad por intereses económicos. En el caso de la diplomacia, alega Ingenieros, sus virtudes cardinales son el engaño y la mentira. El engranaje jurídico simula defender el beneficio de la totalidad del pueblo cuando defiende los intereses de las clases gobernantes o poderosas. 
En el reverso encontramos el ejemplo del obrero que finge trabajar apresurado sin terminar jamás la tarea asignada. 
La sensibilidad amorosa, en muchas mujeres, es una condescendiente simulación en la que se finge lo que le apasiona al hombre y despierta su deseo(simulación voluntaria convertida en instintiva). Así, la superioridad femenina, determinada por un canon de belleza es simulada cuando no se tiene buscando un busto firme, una cadera torneada y demás ejemplos. Doña Inés, asegura Ingenieros, es más simuladora que el mismo Don Juan (ya que éste podría ser el caso de un simulador fumista, como después veremos). La lucha profesional involucra la simulación: los joyeros inventaron el enchapado, el dorado y otros artilugios. El pupilo simula estudiar sus lecciones cuando lee a Boccaccio (disfrazando las tapas del libro con las de otro conveniente). La casta que disputa el cetro de la simulación a los políticos es el sacerdote, explotando el sentimiento religioso. 

La lucha que engendra toda esta tipicidad de simulaciones se extiende al gobernante contra el gobernado, el obrero contra el patrón, entre obreros entre sí, entre ricos, todo ello pujado por intereses diversos. 
La discreción y cortesía suele ser fingimiento de buenas maneras.
Desde las páginas de El criticón, Ingenieros aplica el concepto de cómo una simulación o una acción encierra una disimulación o reverso, sirva de ejemplo: "el que gasta poco, gasta doblado". 
La inocente bondad de los niños es una leyenda en desuso. En los examenes los alumnos simulan el conocimiento que no tienen, otro tanto le corresponde al profesor. El dilettantismo es simulación de sabiduría, y en el fondo encubre a hombres que no poseen ideas propias. Ingenieros refiere un caso de simulación entre intelectuales: un joven anónimo consiguió publicar sus versos fingiendo que eran de un autor estimado. Los que engrosan las "escuelas literarias", suelen ser simuladores de las cualidades de un maestro que dió vida a esa escuela. Los periodistas que cambian de diario, que son hoy conservadores, mañana liberales, anarquistas, a razón de donde trabajan, son otro caso. Una joven simulaba ataques histéricos en pro del cariño de su esposo, el cual a su vez simulaba cariño hacia ella por piedad. El caso de los que simulaban sus delitos en la complicada red financiera son refinados simuladores, teniendo en cuenta que el código penal viene a la zaga en cuanto a la legislación de estos delitos. El caften, el tratante de blancas, suele simular proteger a sus víctimas. Para Ingenieros, la educación está envenenada de una moral social con bases en la mentira, de la cual se deduce que haya tolerancia hacia estos hechos. 

La psicología que propugna Ribot es sintética, es decir, incluyendo el estudio del carácter con otros caracteres que se combinan en un individuo e involucran el medio de lucha. 
Ingenieros destaca cuatro métodos de estudio de caracteres: el empírico, basado en la observación, y el más legendario; el razonante, propio de filósofos, que se suele enrredar en especulaciones abstractas; el fisiológico, cimentado en el temperamento; el psicológico (de Stuart Mill), que estudia el caracter en sus manifestaciones sintéticas. Ingenieros concuerda con Malapert que el método debe comprender: la observación, comparación, y la inducción prudente. Basándose en Ribot define el carácter por dos elementos fundamentales: la unidad (comportaría una manera de actuar y reaccionar homogénea) y la estabilidad (la unidad continuada en el tiempo). Esto excluiría a los inestables. Basándose en Bain habría tres grupos generales de carácter según sea de mayor la preminencia de la actividad que lo representa: intelectuales (inteligencia), emocionales (sentimientos), volitivos (acción). Es claro que esto no tiende a las manifestaciones sintéticas. Malapert agrega, a la voluntad, la actividad. Esta diferencia supone una importancia del mismo tipo que la que supone la división de la sensación (proceso inicial) y el sentimiento (modo psíquico funcional). Un ejemplo que ilustra estas divisiones sería el de una inteligencia que requiere además de este sustrato una dirección de la necesidad de acción.

La teoría, más psicológica que biológica, de Silvio Venturi, divide a los hombres en "característicos" e "indiferentes". Estos últimos identificados con "los hombres que no existen" (sic) tan pronto no ejercen acción sobre el medio; la masa, los llamados amorfos según Ribot. Por lo general poseen una debilidad moral que los hace ceder a las influencias. Los "característicos" poseen aptitudes psíquicas para vencer la presión de la multitud. Dentro de los característicos, Ingenieros hace un agregado que linda con los patológicos: tanto Edward Carpenter como Lombroso sostienen la utilidad para la sociedad de ciertas formas de delincuencia. Más allá de su independencia subrayada, el característico no prescinde del todo del medio. Son los característicos los que suelen presentar ejemplos de simulación novedosos y variables. Asimismo, cuando la lucha es más intensa la simulación se intensificaría más en los característicos que en los indiferentes. 
La simulación del característico está más ligada a la inconsciencia por cuanto el simulador accidental, -por ocasiones-, es un simulador voluntario. 
No obstante, como muestra la señalación en cita a Tolstoi, constituye un prejuicio el creer que todo hombre posee cualidades definidas. Los hombres son como ríos dice Tolstoi, ora ancho, después angostos, lentos primeros, después rápidos, etc. 
Lo característico de un carácter suele mezclarse y confundirse con lo que hace perdurar el individuo o su nombre. Así, Ingenieros, observa que lo característico en Charcot es su renovación de la patología nerviosa. El problema de los tipos y de la síntesis en los caracteres diversos se ilustra en el caso de que hay caracteres que tienen entre sí cercanía: el modesto, por ejemplo, suele ser ingenuo. 

Entrando en una clasificación fuerte, Ingenieros divide los simuladores en tres, cada uno de los cuales a su vez se dividirá en dos más. Los primeros son los mesológicos y son la mayoría, además de que su simulación es utilitaria. Dentro de ellos encontramos el subtipo de los astutos que encarnan una suerte de vividor. El simulador astuto educa sus reacciones emotivas para que no se traduzcan en su fisonomía. El mentiroso es un tipo diverso del simulador, como se refirió antes, entendiendo que Ingenieros supone que en la simulación hay un hecho además de un engaño. Los parlanchines son un ejemplo de simulador astuto, aquellos que tienen la capacidad de hablar mucho sin decir nada. Simuladores astutos profesionales hay en la historia, como el que se cita: Pisístrato que se hirió y se presentó al pueblo diciendo que los causantes de sus heridas eran su enemigos políticos. 
Según Ramos Mejía es más fácil disimular que simular puesto que este acto es más variado y rico que el primero. 
El segundo subtipo dentro del simulador mesológico es el simulador servil. El simulador servil es tal por elección y su mejor ejemplo puede ser el político que defiende siempre al partido que está en el gobierno. 
El segundo tipo, sorteado ya el mesológico, corresponde al simulador congénito. Como su nombre lo indica hay una relación entre la simulación y el temperamento y por ende su fin no suele ser utilitario. El primer subtipo de este grupo es el simulador fumista, cuyas simulaciones suelen ser extaordinarias o variadas, son hiperactivos e hiperestésicos, su lema pudiera ser que "simulan por amor al arte". Entre paréntesis, digamos, que Ingenieros hace un guiño, posiblemente denunciándose simulador fumista de forma oculta y lo hace del siguiente modo: dado el espíritu jovial del simulador fumista, cita una obra titulada "Apología de la risa" atribuida por él a un tal Hermenio Simel que no es otro que él mismo bajo pseudónimo. 
El propósito del fumista, continúa, no es perjudicar a sus víctimas. Cita el ejemplo de un tal Lemine Terieuz, pseudónimo homófono de "el misterioso" en francés, el cual engañó a la Academia de ciencias presentándoles un trabajo (que aceptaron) sobre la evitación de accidentes ferroviarios, (con motivo de un reciente accidente de este tipo). El segundo subtipo dentro de los congénitos es el simulador refractario o disidente. Su simulación es más perjudicial; simulan disonar con su ambiente, al cual encuentran inadaptable a ellos. Un ejemplo es el creyente que se finge ateo porque su entorno está lleno de beatos y con ello busca denunciar sus excesos. 
El último tipo de simuladores es el de los patológicos. El primer subtipo es el de los psicópatas en cuyo caso la simulación vendría determinada por la anormalidad mental. El segundo subtipo de patológicos serían los simuladores sugestionados, simuladores de causa más indirecta: su desequilibrio exageraría la sugestibilidad predisponiéndolos a simular frente a otros. Sea ejemplo del primer caso: una histérica deseosa de tener hijos, a fuerza de desearlo aumentó el volumen de su abdomen: intervenida, se encontró "peritonismo histérico" (hinchazón por gases). Del simulador sugestionado, Ingenieros cita el ejemplo de un joven literato sugestionado por los decadentes franceses: simulaba sus refinamientos y vicios fingidos, simulaba ser maricón, morfinómano, vestía trajes extravagantes, etc. 
Como corolario de interés, Ingeniero refiere el caso de la simulación de patologías en animales domésticos para con su asociado "amo" humano. Y, asimismo, que la Edad Media presenta ejemplos de simulación de patologías que llegaron a ser epidémicas (la picaresca española es un catálogo de simulaciones). También que existen casos de "pretextación" (término más vale de implicación jurídica) de incompatibilidad entre una enfermedad y el cumplimiento de una obligación. 

Tres formas que motivan la simulación de patología llaman la atención de Ingenieros, por su carácter popular y notable: primero, la aversión al servicio militar obligatorio. Ingenieros defiende el deber social del servicio militar pero alega que la guerra tenderá cada vez más a ser contradicción con la civilización. Proporcional evolución esta, con la sustitución del concepto de solidaridad por el de humanitarismo. Asimismo reconoce la posibilidad de otros factores que escapan al análisis en quienes ven en el militarismo una causa de guerra y despotismo y que por ello eluden el servicio militar.
La segunda forma destacada por Ingenieros, es el de la explotación de la beneficencia, de cuyos especímenes, refiere, habla bastante la Nôtre Dame de París de Hugo. Según Puisbarand "los peores enemigos de los pobres son los mendigos"; Ingenieros agrega que los peores enemigos de los mendigos son los falsos mendigos. Relata el caso de un club de mendigos descubierto en Chicago, gente sana y alegre que comía, bebía y hasta tenía una biblioteca y que durante el día fingían ser cojos, ciegos, idiotas, y para este cometido habían adquirido muletas, piernas de palo, pinturas para simular llagas y póstulas, entre otras.
La tercera forma destacada de simulación  es la simulación de estados patológicos. Es preciso que el alienado sea consciente de su locura, dice, para poder disimularla. 
Los delincuentes más "anormales" son menos aptos para hacer uso de la simulación, chocan con los congénitos en algún punto. Esto se ilustra también en que los delincuentes natos son la minoría de los simuladores. 
No debe olvidarse que hay un antes y un después en la situación de los alienados delincuentes desde que apareció la irresponsabilidad jurídica. 
Ejemplo de este tercer caso destacado sería el de la simulación del escorbuto por parte de unos presidiarios: se frotaban los miembros con corteza de caoba cuya savia caústica se torna de color vinosa, se producían edemas mediante la ligadura de los miembros, se aplicaban la misma corteza en la encías, etc. Una hemoptisis fue simulada por una enferma que se mordía la mucosa de los labios inferiores y mejillas, esputando sangre con mucosidades. 
La simulación de la salud es cosa más diaria, según Ingenieros. Se disimula cefalalgia para asistir a una tertulia. Se disimulan enfermedades para aspirar a empleos, o admisiones diversas. Las instituciones de seguros de vida son explotadas mediante la simulación; esto se comprueba por estadísticas: la mortalidad de los asegurados era mayor entre los dos o tres años siguientes a la celebración del contrato. 

Concluyendo, Ingenieros destaca la teoría organicista de Spencer (biosociológica), pero la refiere insuficiente. No tiene reparos en distingir sociología de economía política, a pesar de que las condiciones económicas tengan una relevancia importante en los agregados humanos. Así también, considera que las teorías de la escuela del "darwinismo social" son exageradas. Si bien lo que preside la evolución es la lucha por la vida, para él, la lucha se atenúa por el principio de solidaridad social. El principio (segundo) de asociación entre individuos es utilitario pero positivo. E incluso arriesga que la simulación estaría destinada a disminuir mientras se atenúe la lucha por la vida.