Fiodor Dostoievski — Sobre abogados










Dostoievski nos cuenta que un hombre x comete un delito y que, no entendiendo de leyes, está dispuesto a confesar. De repente interviene un abogado y le antepone que no sólo está en su derecho de defenderse sino que hasta es un santo. A resultas, el procesado es sacado del aprieto. Primer punto: el derecho enseña a defenderse del derecho, y, el derecho es una fuente de creación de falacias que pone en cuestión la creencia de que los argumentos de que son parte las leyes no son falaces. Se pregunta el autor, entonces: "¿qué sería del inocente si no hubiera abogados?" Tal y cual fuera un hombre que es obligado a pelear sin tener herramienta alguna para ganar.
Una anécdota personal del autor enriquece más las cosas: como director de una revista, deja publicar (sin advertirlo) una noticia que no podía publicarse sin permiso del ministro de la Corte. Dostoievski refiere que no quería defenderse y entendía su delito, el cual, jurídicamente, no tenía discusión. No obstante -y esta adversidad, está en la letra del texto del autor-, los jueces le designan un abogado. Éste, por su parte, explica que no era culpable sino que había obrado de "pleno derecho". Justamente lo que ya da por supuesto Dostoievski, las jergas viciadas del derecho: todo derecho es pleno. Dostoievski comparece a juicio y, en su desarrollo, al pasar de pronto de ser culpable a inocente, según la práctica de su defensor, surge en su cabeza la idea que todo aquello es un chiste. Resultó, no obstante, condenado. Los jueces son severos con los literatos, agrega. Pagó dinero y con dos días de prisión que, a su criterio, le vinieron muy bien puesto que hizo amistades útiles. 
Estas anécdotas llevan a siguientes conclusiones: el abogado, de alguna manera, al emplear su trabajo y talento en defender desgraciados es una especie de humanista. Existe el lugar común de que el letrado defiende y justifica al culpable "a sabiendas", creyendo que sabe que es inocente. Es como si el abogado, por su práctica, desarrollará una conciencia de que todo reo es inocente a pesar de no estar advertido del todo de lo que está llevando a cabo. Además: el abogado se parece al hombre en general: a este le resulta tan difícil "alcanzar el paraíso" como al abogado evitar la falsedad y conservar su honor y consciencia. Un refrán lo lleva a las últimas conclusiones: "el abogado es una conciencia de alquiler". No obstante el abogado no obraría en relación con su conciencia, no puede hacerlo. Tejedor de realidades que nunca estuvieron allí, o lo que es lo mismo en retruécano, realidades que estuvieron, como se sabe y se dice a repetición, es irrelevante la culpabilidad del reo a excepción de que contribuya a su absolución. 
Finalmente, agrega Dostoievski, la actitud del abogado en su desempeño sería antes que una propensión, una posición impuesta "por alguien o algo", lo cual puede querer decir que el abogado siempre tuvo una conciencia, la de las artes de su profesión -negando el refrán antes referido- para nada relacionada con lo que coloquialmente se entiende por conciencia; dicho de otro modo: no tuvo "conciencia". Al menos esa. Significativo que la cuestión se centre en el abogado defensor, aunque no tanto en el universo Dostoievski.