Franz Kafka — Sobre los chistes*








Muchos hombres se quejan porque las palabras de los entendidos jamás son otra cosa que chistes o máscaras, y resultan absolutamente chistosas o burlescas en el estado actual de nuestro entendimiento, que es lo único que poseemos.
Cuando el entendido nos dice: “sácate la cara”, no nos quiere decir que tengamos que despellejarnos el rostro, lo que quizá podríamos hacer, si el esfuerzo valiera la pena.
El extendido se refiere a cierta misteriosa lejanía, a algo de lo que nosotros solemos desentendernos; a algo –esto también es cierto– que él mismo no quiere pinchar con un tenedor y llevárnoslo a la boca. Por lo tanto, en este punto no nos resulta de ninguna ayuda.
Todos esos chistes se limitan a expresar que lo incomprensible no es ningún chiste, y esto ya lo sabemos sin ninguna ayuda. Pero ¿y las penurias contra las que debemos chistar a diario? Ese es otro chiste distinto.


Refiriéndose a esto, dijo una vez un hombre:
-¿Por qué esas caras, muchachos? Si ustedes sólo se limitaran a reírse con los chistes, terminarían por volverse chistes ustedes mismos, y de esa manera se liberarían de todas sus preocupaciones diarias.
A lo que el otro repuso:
-Apuesto que esa afirmación también es un chiste.
El que había hablado antes dijo:
-Ha ganado.
Su interlocutor dijo:
-Pero tristemente sólo en chiste.
Y el otro dijo:
-No; ha ganado en realidad. En chiste ha perdido.





*Traducción adaptada.