Vértigos o contemplación de algo que cae (Documental sobre Alejandra Pizarnik, 1993)





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Este documental parece interesante. Ha ganado un premio. 
Aunque breve, (30 min.), hay muchos testimonios y gira en torno a lecturas de sus poemas los cuales irradian teatralización, escenario, y colores. Así, se ve una Pizarnik de dos caras -como se enuncia-, la niña huérfana y la niña Alicia de Carroll, por el simbólico espejo que atraviesa. 
El testimonio de Teddy Paz, por ejemplo, tiende a la mitologizarla: se nota la intimidación que causaba en ciertas personas este personaje, la intimidación o sea una versión de los desnudados por A. Pizarnik. "Cuando se colgaba de sus amigos como si se fuera a caer" como dice Paz, tiene la parte melodramática de los mitos.
El testimonio de Fernando Noy retoma las dos niñas: la Alicia, la lúdica Alejandra, y la huérfana, con una carcajada enrarecida, o dicho así: una carcajada que era como un gemido después. 

Otra de las poetas freudianas parece Pizarnik, en esto versos, muy visible: "Desde mi respiración desoladora yo digo: que haya lenguaje / en donde tiene que haber silencio". Las cosas si se nombran en su poesía, al menos la mayoría de las veces, no tienen vida más allá de su percepción. Como dice, "cuando algo me alude". 
Otros testimonios son los de Ivonne Bordelois con sus reclamos mercantilistas: la miopía, como dice, de las editoriales para con la obra de Alejandra.
Myriam Pizarnik de Nesi, también, que da una impresión temerosa y compungida y tal vez, en cuya entrevista, se da uno de los momentos más logrados del documental: abren las ventanas desde afuera, justamente la niña es quien lo hace, la niña Alicia. Esta escena, a diferencia de las campanadas y timbrazos que se escuchan, alcanza, tal vez, el género que se llama terror psicológico. 
Se pudiera pensar, en una vista actual, que los versos de Pizarnik contienen errores triunfales, como ser esta línea: "no tiene sentido, no tiene destino". Asimismo que la figuras más visibles son el oxímoron y el antítesis: "el nacido de su irse". Arturo Carrera, aunque comete el pecado de hacerle un homenaje con un chifle, dice que cuando ella murió él sintió que ella lo había "embaucado". Esta escena es también bastante particular: lo tenemos a Arturo Carrera y a una tristísima estanciera, la cámara moviéndose como un péndulo con el eje en la puerta abierta de la estanciera. 
En el nivel de la teatralización tenemos, por ejemplo, a la niña que pide conocer a la reina loca, caracterizado por un andrógino. En esa escena tres personas se sientan a una mesa y se suscita una suerte de recitación a tres voces: recitación porque nadie parece escucharse a sí mismo, las respuestas a las preguntas son parcialmente respondidas: la niña que sólo sabe preguntar, la reina que debiera responder sólo pregunta, o sea, hace trabalenguas oraculares, y una voz, una mujer, toma el pedido de la niña que la reina no escucha y dice que eso es lo que pasa. Allí se desarrolla una teatralización surrealista y trágica ("yo no es yo", etc.).
Al final, la voz carnívora de la poeta Olga Orozco atraviesa las imágenes diciendo lo que parece un poema de su autoría: "ya todo es al revés de los espejos", "ahora que el silencio te envuelve por dos veces en sus alas". La primera línea es más lograda que la segunda, -en una acepción de "elíptica", porque es más compacta, porque no se resigna a glosar-; por eso bien pudiera ser de Pizarnik. 

  





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