Paranoia según Lacan










Según el diccionario de Evans, la paranoia es una forma de la psicosis que se caracteriza por delirios. Desde el punto de vista psiquiátrico los delirios se adjetivan como autorreferentes. Y como suelen ser delirios autorreferentes por eso es común que tengan referente. Lo que se llama mecanismo de proyección. Se proyecta en algún agente (persona, fantasía, espíritu o cualquier cosa a que se le atribuya una acción a distancia) la causa de sensaciones desagradables que experimenta la propia persona. Según algunas definiciones como la de González Duro se llegaría a deducir que el pensamiento paranoide sería contrario al pensamiento escéptico porque es un pensamiento que parte de una idea fija y desecha todas las demás que puedan hacer tambalear a la primera. 
Lo más importante a colegir en esta noción es su capacidad semántica intercambiable con la de alucinación. Las nociones de delirio, de alucinación y paranoia ponen, en su proceder, en tela de juicio la noción de realidad, así como lo hace Deleuze. 
La experiencia de Freud a este respecto habría sido analítica (y no experimental) basándose en las memorias de un paranoico: el juez Daniel Paul Schreber. La conclusión de Freud habría sido que la paranoia funciona como defensa contra la homosexualidad, que era otra de las características de Schreber. 
En Lacan, su interés por este tema se remonta a sus estudios de medicina psiquiátrica, cuando realiza su tesis sobre el caso Aimée, donde acuña la noción de paranoia de autopugnición o autocastigo. En el caso de Aimée se trataba, básicamente, de una mujer que terminó por querer castigar criminalmente a una persona que tenía en una estima patológica castigando con ello su propia personalidad. Para ello habría que tener en cuenta una noción muy subrayada en la literatura lacaniana de lo que Lacan llamó el "ideal del yo". La personalidad mal conformada, -noción ésta más propia de una psicología del yo, que busca normalizar el individuo-, dejaría siempre la puerta abierta a un estado de desaprobación del sí mismo, yo, o como se quiera llamar. La psicología del yo, sería la derivadora de nociones como autoestima, o autoayuda, muy exitosos en el vocabulario común. 
Más tarde, Lacan, abordaría de pleno, en sus Seminarios, el caso Schreber negando el origen homosexual -lo que parecería un mero desplazamiento de la causa en Freud aunque no por ello irrelevante- de la paranoia y proponiendo la consecuencia más pronunciada y temible de la psicosis, lo que él llamaría la forclusión. 

En el fondo no hay grandes diferencias sobre este término entre Freud y Lacan. Ya que aquel, veía en la paranoia una suerte de sistema filosófico. Esta idea parece tener una clara influencia nietzscheana en Freud, específicamente en la crítica y negación de todo sistema filosófico y en la característica de su escritura que, al estar escrita en parágrafos y aforismos, genera una lectura que siempre recomienza y nunca está conforme con lo que se dijo antes. Así, el escepticismo parecería no oponerse tanto a la noción de este término: el escéptico no se conforma con la versión dada, continúa con su investigación.
Al final de la entrada de este término, Evans escribe: "la cura psicoanalítica induciría una paranoia controlada en el sujeto".  La noción de cura en psicoanálisis resulta algo risible porque, la noción de cura es en sí misma teleológica, y lo que intentaría el psicoanálisis es desencadenar -mediante las charla o lo que sea- la paranoia, es decir, aquello que es más íntimo en el sujeto ya que el sujeto no sería íntimo. Esto importa más que la noción de cura en la medida que el concepto ya se ha desnaturalizado de la vertiente psiquiátrica. El yo ya tiene una estructura paranoica según Lacan, porque es una sede de alienación paranoica. El mecanismo de proyección en personas de estado de gravedad como Aimée y la noción misma de paranoia echan luz, como siempre ha sucedido con los enfermos, sobre la condición humana porque todo el mundo en estado de disgusto, enfermedad, o indignación proyectan, más afinadamente o menos afinadamente su malestar y lo transforman en una causa. Fabrican una causa. Que se equivoquen o no importa menos que la fabricación de la causa.
Por decir algo, cuando el hombre interroga el gobierno, amedrentando a los gobernantes con una terrible indignación en forma de protesta o cualquier otro tipo más o menos pronunciado de linchamiento, olvida tantas otras cosas y desencadenan esta "estructura" paranoica. Se podría decir que olvida "todo lo demás". Asimismo, la paranoia se relaciona (aunque tal vez esté implícita) con la noción de uno de los tipos de neurosis estudiados por Lacan: la histérica. Por la neurosis histérica se observa una correlación entre la lingüística y las enfermedades mentales. En la histeria habría un mecanismo comprobatorio por medio del cual la persona buscaría una satisfacción en un significado (la famosa búsqueda metalingüística), buscaría precisamente una respuesta. Esto está claramente ligado a la religión -a Kafka seguro, todo parece estarlo a él-, donde la respuesta es una bula, una confesión, una extremaunción o cualquier otra cosa de ese tipo. En otra entrada de su diccionario, Evans, referiría que el proceso analítico consiste en histerizar al paciente, al analizante, analizando o lo que sea que se llame. Histerizar es intercambiable por lo que citábamos que decía antes "inducir paranoia controlada". Es lo mismo que se ve en los usos verbales como "me estás psicopateando (o histeriqueando)", tal vez más ligado al cronolecto juvenil, a través del cual se trata de decir que la persona le ofrece algo a otra para luego no dárselo. Pero no se refiere a que el analista le haga eso al analizante, lo histerice, sino que la queja misma con la que el hombre pide ayuda es una pregunta que busca su respuesta. O dicho en otras palabras, su anulación.


El ejemplo más inmediato y tal vez por ello más antiguo de la cura lo pudiera dar la vejez. (Y esto no es un juego de palabras para hacer un chiste). La vejez no es tratada como enfermedad, pero no obstante es el desarreglo progresivo de las funciones del organismo. La vejez es la sumisión o aceptación de ese desarreglo, sin la presencia de la queja. El resultante de un verdadero heroísmo de la biología.