César Aira — Teoría sobre el nacimiento de la literatura argentina











El nacimiento de una literatura nacional, se puede deber, según Aira, a que se pueda hablar mal de ella [nacionalismo no es literatura, nacionalismo no es olvido del origen].
Aquí hay paratextualidad con teorías contemporáneas: la noción de esfera, amor, tribu, provincianismo, etc. por lo cual uno siente propio algo, y se molesta cuando se habla mal de ello, a excepción de que no sea uno mismo el que lo haga, supone que uno lo hace en broma (no se lo cree) y que siempre que lo haga otro no es en broma (uno empieza a creer). Es una forma de nacionalismo, ésta palabra no debe tomarse muy en serio aunque sí el concepto (ya que todo concepto es más musical que una palabra). Pero lo que posee más peso aquí es de índole epistemológico: se sabe algo cuando se tiene una actitud crítica (cuando uno empieza a creer). Aira da el ejemplo de los grupos familiares: entonces se empieza a saber algo sobre los padres cuando uno se avergüenza de ellos, sólo así podría olvidárselos y (o) dejar de vivir a su sombra.
Hay una frase enigmática y lograda aquí: "Sólo podemos empezar a hablar bien de un libro argentino con el Martín Fierro, porque no necesitamos hablar mal de él para apropiárnoslo". Esto puede querer decir que, básicamente, ya no nos molesta el que otros hablen mal de él, que hemos asumido esta posibilidad.
Es perdonable una novela como Amalia más que Mármol, su autor, sugiere Aira (Vieja hipótesis de que el fin es dejar testimonio y todo libro posee más está cualidad debido a que simplemente el hombre muere y el libro no; pero esta vieja hipótesis no deja de pecar a su vez de falaz, porque todo es testimonio; el que Amalia sea revindicada por alguna que otra cualidad no la hace más perdonable que a su autor comprobado; su éxito, su capacidad de perdurabilidad es lo que confunde el que sea más perdonable que Mármol).
Es perdonable, sugiere Aira, una novela (Amalia aquí) por muchas cosas: en nombre del entretenimiento, de la identificación con personajes (agregamos a esto el que la estemos leyendo), por la época que expone y en que fue escrita, por los datos históricos que vierte. Todo lo cual refiere una intervención de hecho con el texto. Aira resalta este punto -los datos históricos que contiene- como una de las mejores razones para esa exoneración, lo mismo que ha hecho Borges años atrás (en Siete Noches por ejemplo dice que "la época de Rosas es la época de Amalia", lo que se llama imaginario colectivo, derivaciones exitosas de Jung de la noción "inconsciente colectivo", que es un pleonasmo, ya que toda imaginación es colectiva).
Valga decir que en Aira -es comprobable más de una vez- hay muchas teorías o pseudoteorías prefiguradas en Borges. Una es esta referida. En Borges, seguramente, si se tuviera un conocimiento más amplio de Paul Groussac se haría la cuenta de que hay muchas hipótesis de él en Borges. El ensayo brevísimo de Borges sobre este autor en Discusión parece condensar mucho de lo que es Borges; arriesguemos una muy identificable: muchas conductas de Borges se parecieron a las de Groussac.

Volviendo, estas obras como Amalia, proveen, por su "éxito", su disponibilidad para las recuperaciones. El gusto literario es un efecto de la recuperación y no al revés (la "museifecación", según Aira, esa especie de cáncer del estereotipo). El éxito de Amalia no es injusto o justo, lo que importa de su éxito es que llevará a trascenderlo, avivará el deseo de saber más sobre todo lo que rodea a esta voz manifiesta que es Amalia.
Amalia es entonces, la primera novela argentina, pero Mármol no fue el primer novelista. El origen parece estar destinado a perderse en las intransigencias del gusto.
El hecho de este nombre de esta novela puede deberse a que Mármol habría tenido un amor juvenil con Amalia Guido, hija de un general que luchó en las guerras de independencia, a la que le dedicó unos poemas.
Además luego se casó con una uruguaya de nombre Amalia Vidal.
Después de su exilio, ya en Buenos Aires, se volvió a casar, con otra Amalia: Amalia Rubio.
"Amalia Sáenz de Olavarrieta", la de la novela, existió: Mármol cambió en el nombre "Olabarrieta" por "Olavarrieta".
Hay otra Amalia, amor de madurez, supuesta por un biógrafo, y otra más, la primera, causante de esta repetición futura de todas las demás. Son siete Amalias ya.
Después Aira se toma un vino (takes a cup of wine) y empieza a delirar con los números y habla de las posibles Amalias que no nos llegaron y que pudieron ser. Nada hace pensar que no hubo, en la vida de Mármol, muchas más Amalias, y más todavía, hasta el absurdo.
Aquí Aira quiere hacer reír, al mejor estilo Carroll o Twain. Recuérdese ese texto de Twain que habla de los días laborables, en donde se ejecuta un cálculo sobre los días feriados hasta por fin llegar a un único día laborable, el del trabajador. Pero la risa en Aira siempre parece estar sujeta a pretender pensar. Porque empezar a suponer miles y miles de Amalias después de haber comprobado históricamente que hubo sí, unas cuantas Amalias en la vida de Mármol (al menos cuatro, quitamos la ficcional y las dos supuestas por el biógrafo), lleva al problema de considerar la noción de origen: "la representación única de la multiplicidad" (Aira dixit): gusto y origen, que nos atan, están relacionados, o: el origen es una especie del gusto.
Así, lo que Aira quiere referir en estas innumerables Amalias de carne y hueso son las novelas que no tuvieron el éxito de Amalia, en esa época y en toda época.






En: Primer encuentro internacional de Literaturas americanas (Rosario)
Las literaturas nacionales y sus textos fundadores. Fragmentos de César Aira.

Fuente: Youtube