Sergio Larriera — «¿Qué es lo que nos mira?»






Vía | ICF-Granada






Algunos temas de que trata esta charla:
En la descripción sinóptica, se hace referencia a Lacan en el Seminario sobre La Angustia (Seminario 10). Lacan: «¿Qué es lo que nos mira? El blanco del ojo del ciego, por ejemplo.»  El objeto a, término inventado por Lacan actúa del mismo modo que lo que mira en el ojo del ciego, es lo que falta, por ello no especular. También hay una referencia al deseo escoptofílico en la mencionada sinopsis: "El ojo del propio voyeur se le muestra al Otro como lo que es: impotente.» (Lacan) Parafraseando más o menos esto: el inmiscuido sexual, ese tipo de espía, se complace en verse no siendo partícipe del acto sexual.

Larriera desarrollará la charla con una alta alusión a la obra de Marcel Duchamp: «La fuente» o «La fontana», orinal inclinado o dado vuelta (por lo cual empapa la orina) objeto "artístico" clasificado como ready made, o "hecho de nuevo": mecanismo de extrañamiento por despragmatizado -léase: no cumple su función habitual-, tiene claramente una intención mostrativa de la regresión de lo entendido como desecho. Véase la relación entre "aquello que nos mira" (lo no funcional) y el desecho.



«La fuente»



Luego se referirá al «Gran vidrio» (o "La novia desnudada por los solteros, aún" "La mariée mise a nu par ses célibataires, meme"). La traducción de "meme" aquí en la charla es "aún", otras veces traducido como "incluso". Ciertas apreciaciones sobre este cuadro: cuadro de dos mundos, el de abajo el de los novios, en trajes de librea, producen su energía de forma dependiente, suerte de automatismo. Larriera hace referencia al ensayo de Octavio Paz «Apariencia desnuda» que habla sobre esta obra de Duchamp, donde hay divagues lingüísticos, (juicios gratuitos). Esta apreciación de Larriera con respecto a Paz tiene sustento en su influencia lacaniana, que el observaría ausente en Paz, de lo cual se deduciría -entre líneas- que Lacan nunca hubiera escrito lo que Paz.
Una diferencia clave respecto de los juicios gratuitos de Paz: el síntoma -en un sentido más amplio, no médico- no se interpreta (la obra sería vista como síntoma). Paz pecaría de abuso interpretativo.
También hay una referencia a la obra como sintagma -léase en sintagma, la obra como conglomerado de más de una obra u objetos, v. gr. escultura y pintura formando un todo-, obra ésta donde el sintagma puede ejecutar una contradicción lógica: «La fuente» (el título), es un urinario, pero además se compone del nombre para terminar la aparente totalidad de la obra con una negación binaria fuente-desecho. (A diferencia de otras obras, su título no sería ocioso).
La frase de Sergio Larriera: la soledad posterior al goce "como un efecto retardado de que estuvimos solos aún en el clímax sexual o artístico" trata de ilustrar que el desecho siempre se sustrae y que el desecho así entendido tiene una relación de posible descripción con el éxtasis o la inspiración.
El concepto de máquina deseante de Larriera es puesto en la figura de la novia (aunque también pudiera correrse hacia los novios).
Otras interpretaciones metonímicas: los solteros como marionetas (hilos en los solteros, varillas, etc., maquinarias que se ven en el cuadro de los solteros).




«Gran vidrio» 
Vía | miguel-sastre.blogspot.com



Finalmente, la obra póstuma, «El portal», es una obra con instrucciones para ser montadas luego de la muerte del autor. Sus descripciones básicas: un portal y a través de él una mujer (un maniquí) sin vello púbico que se ve a través de un pequeño agujero en el portal (entre otras cosas más). Como el deseo escoptofílico referido por Lacan en el pertinente seminario eso sería una ilustración de "lo que nos mira": el mirón es mirado cuando mira algo que se supone prohibido.
La cuestión del goce fálico también es esgrimida aquí; ese goce es una invasión, por así decirlo, de la prohibición, de las normas -definibles como mecanismos automáticos de prohibición-, en el sujeto, invasión del Otro en términos lacanianos, con el cual el hombre no tiene tanta integración sino es más a su pesar y la mujer, en cambio, sería capaz de una mayor (habida cuenta su mayor cercanía con la animalidad).
Larriera verá una relación clara entre esta obra y la pintura «El origen del mundo» de Gustave Coubert, cuadro que estuvo en la casa de Lacan hasta su muerte, púdicamente cubierto por un díptico abstracto de otro autor amigo.



«El origen del mundo»



Si el síntoma lo mira a uno sí hay transformación en el sujeto.
La proposición de Lacan de agregar al campo físico de la observación de un cuadro el "campo de la mirada" o "campo escópico" coincide con la intangibilidad del objeto a.
Este campo, donde la mirada no es el concepto clásico que nos hacemos, es siempre dual, entre lo observado y el que observa: no es el ojo, es todo el organismo emergido en el ojo. Larriera usa esta sinestesia acertada como figura retórica: «tocarlo con la mirada»; acertada puesto que la relación mental con el objeto artístico merece otra descripción, ya que es de alguna manera "extrasensorial". Este campo de mirada o campo escópico no es el concepto de mirada fisicalista que está muy próximo a la anatomía del ojo. Lo que se mira en un espejo cuando nos miramos al espejo es una construcción de sentido. La mirada fisicalista es la única que existe, de ahí que se entienda que está en el campo del Otro.
La afección psicótica ha sido esclarecedora en relación a las apreciaciones sobre el arte ya que hay estructuras afectivas semejantes entre el aquí referido mirón y las psicosis -se habla de estructuras semejantes porque toda comparación lo es-: el mirón, especie de psicótico episódico y el psicótico se sienten transparentes, mirados en última instancia, perseguidos por un fantasma que no está ahí, situación de la cual goza (en sentido lacaniano, es decir también padece) Eso es lo que se llama el goce del Otro.
Otro acierto de Larriera es esta frase «yo, que era un sujeto mirón, paso a ser un objeto petrificado». Esta idea se corresponde con muchas experiencias universales, que tienen su expresión en frases echas, por ejemplo "el corazón me dió un vuelco". En Borges, el cuento «Tema del traidor y del héroe» lo describe con destacable virtuosismo verbal. La mitología clásica lo trata en el mito de Perseo y las Gorgonas. El cine también lo ha tratado innumerables veces, como si fuera una piedra en un zapato. Las referencias a este concepto que da Larriera son Sartre, Merleau-Ponty, ambos influenciados por Husserl. Asimismo, se refiere al autor Eugenio Trías. Y en cuanto a Husserl refiere un punto en común con Lacan: el sujeto que percibe, llamado sujeto cognoscente por ejemplo en Schopenhauer, está comprometido con lo que percibe. La frase final de Lacan a modo de conclusión, es confusa u oscura como se acostumbrado ver en la escritura de Lacan: «el cuadro [el objeto material, físico] se pinta en mi ojo, pero yo estoy en el cuadro».

Luego Larriera hará referencia a las hipótesis sobre el cuadro que pinta Velázquez (el Velázquez del cuadro, el pintado) en «Las meninas»: lo mejor, lo que se puede rescatar aquí, es el gesto visionario por vanguardista de Velázquez y que por ello no es casual que se haya hilado en la charla: ¿qué pinta el Velázquez pintado?, de lo que simplemente se puede saber que lo que pinta no se muestra.

A propósito de una pregunta sobre el llamado "mal de ojo" -muy al caso porque aquí se habla de la metáfora "mirar"-: sobre este fenómeno perteneciente a la magia es inobjetable el que se movilice el significante (rituales de causa, sin por ello haber efecto sobre el objeto a modificar) lo que inconscientemente actúa lo mismo que el llamado efecto placebo.

Concluyendo, hay referencia a la pérdida, noción usada en sentido general: la animalidad en el hombre, la placenta, o el pecho: sólo hay pérdida por que esas cosas son duales; el sujeto forma parte de ellas, establece una funcionalidad del real -y no biológica  porque ésta es una disciplina descriptiva-, funcionalidad del real donde todo es inacabado: el pecho no lo hace la que porta pechos, lo hace la condición eventualmente llamada "mamífero", es decir el lactante y la portadora de esta glándula. A este respecto, es de atender el carácter vestigial o atrofiado de éste órgano en el ejemplar macho.