Presentación de Vida de Lacan de Miller



vía | el psicoanalista lector





Hay algunas cosas interesantes de esta presentación de Guy Briole sobre el libro de Miller. En primer punto, el subtítulo, en respuesta a unos supuestos ataques recientes al célebre psicoanalista: "Escrito para la opinión ilustrada" reza. Por otro lado, la proyección de Lacan, que resulta lo más débil o chocho de esta figura de la cultura, dicho así: la proyección del psicoanálisis, lo que comporta el deseo de Lacan, lo cual corre el albur de identificarse con esta figura retórica decadente y superada dada en llamar "la última voluntad". El deseo de Lacan, como exponen sus ideas, acaba con su muerte; de otro modo es "última voluntad". Graciosa y felizmente el sentido común ve aquí una contradicción -no puede otra cosa-. Por ejemplo, ha inspirado el implícito discipulado de Roland Barthes al precisar este que la "ciencia del deseo", el psicoanálisis, debe perecer en pos del deseo.  
A su vez, la oportunidad u oportunismo -ya indiscernibles: lo que en unos oportunidad, en otros oportunismo- de Miller al escribir este libro no niega que el libro valga pero todo signo laudatorio que ya se puede avizorar en la exposición de Guy Briole jugará en contra del libro (serán páginas perdidas). Básicamente elogiar es hacer el tonto lo mismo que hacen algunas ideas radicales que los lacanianos han tomado al pie: el pase, noción que "acuña" Lacan se supondría necesario para hablar de Lacan o ser analista -como si se debiese querer ser eso, "analista"-; de ahí que escriba un Masotta, por ejemplo, títulos sonsos de libros que pueden no ser sonsos sobre Lacan que hagan juegos de palabras como le gustaba hacer al mismo Lacan (v. gr. "Paso a Pase con Lacan"). 
Con respecto al Pase, Lacan no es mucho más que un chino: despertar a otro sueño es una posible traducción (como aquel poema de Poe -y agréguese: también pudiera decirse que «La carta robada» no es más que una parábola budista sobre el tópico de la apariencia promovida por el deseo). 
Lacan tenía sin embargo una fórmula contra su pose: S2 (significante 2), traducible a la frase de Briole, ya que estamos, como "quien se contenta con esperar" o en el Zarathustra: "esos oídos no están preparados para escuchar". Entonces, el Pase se transforma en una pose cuando se lo predica así como aquí se hace. Aunque, todavía en el tenor de la defensa, hay algunos aciertos de Miller leído o parafraseado por Briole: "La plasticidad teatral", esas altisonancias fónicas y gestuales que vuelven ridículo a Lacan, era mal que le pese a quien sea "una manera de ser adecuada a lo real". Lacan era un comediante cuya obra renegaba de la comedia. 
Otro acierto es la innecesaria referencia algo demitificadora sobre el trato de un Lacan sin afecto o, como se usa decir, "afectuoso": ya que el afecto es la demanda del Otro, ser afectuoso en tanto mérito es poco más que una moda (así, "intratable no es el malhumorado", etc. como dice Briole aunque sí lo es metafóricamente -y de ahí la confusión- ya que es en la metáfora donde el Otro muestra su cara). 
Más allá de los aciertos referidos, el sectarismo no se sustrae a estos epígonos (Masotta, Miller, Briole), así lo revelan los términos arcaicos: «El Lacan tocado por la "excomunión"» (Briole, sic) es un Lacan de una escuela o iglesia, llamada psicoanálisis que tuvo el caso de llamarse SAMCDA, y que hará fuerza por llamarse de otra forma.
Según aquí se cita escribe Miller en su libro "perturbar la defensa de la buena manera en el analista." aparejaría no tener ninguna piedad para con las figuras en términos de post mortem; ya que, como es sabido, la muerte hace mitos de los muertos.
Así las anécdotas de Briole no merecen adjetivo alguno porque ya lo tendrán en el imaginario del lector: tenemos al Lacan pecuniario que le saca dinero al mismo Briole. El Lacan curandero: Lacan de las piezas o habitáculos, que atiende a personas como si fuera poco menos que un sanador, y que con sutileza sugiere que le dejen el dinero en un cajón como quien se evita el malestar de ser consciente de que es devoto de deseos vulgares. También, el Lacan infractor de los semáforos en rojo. El infantil eterno en la acepción de narcisista, un Lacan que observa que es mirado y se deleita en ello o que grita en los restoranes sin tener que por ello estar enojado.
Ahora, se ve un problema fundamental: Lacan propone lo que Nietzsche ya propuso "no me sigas" -"la vida dice no me sigas", "puedo ser un estafador"- pero estos comensales a quien se les debe la difusión de Lacan se comportan, por decirlo con sus palabras, en contra de "la ética de la rebelión" o del "no me sigas" o como quiera decirse. 
El juicio de Miller a Roudinesco por la insinuación de esta de cierto antisemitismo en Lacan (entre otras frutas) confirma este argumento. Nadie es antisemita, no se puede ser, ni Hitler lo fue; esto se desprende de las ideas de Lacan, y en Nietzsche, otra vez, estaba prefigurado invirtiendo esta frase "Jesús fue el primero y último cristiano"; y en definitiva, los procesos judiciales son una fantochada, son uno de los iluminadores ejemplos de la vida como una comedia, viejo tópico). Prestar atención al tono de voz de Briole tornándose prudente al referir estos temas íntimos muestra que está defendiendo un afecto -defender y afecto, serían aquí la misma cosa: simular, mentir, etc.ya que todo afecto mentiría, y esto, entendido en un sentido medular, constituyente, de lo cual ningún sujeto está libre-. 
El afecto, según las ideas de Lacan, es, más o menos, lo que para un budista es el apego. 





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