Deleuze-Guattari sobre El Anti-Edipo



Vía | SweetChimaera





Si bien Guattari y Deleuze toman la noción de inconsciente distinguen un inconsciente psicoanalítico de un inconsciente esquizoanalítico, este último formado por máquinas deseantes. Otorgan la mayor novedad al psicoanálisis en el campo de la psicosis. Ambos tienen para con el psicoanálisis una deuda, primeramente la que se evidencia en su crítica, resultado de la investigación en la materia en cuestión, y en segundo lugar, observándolo como un ismo fructífero, según la vindicación que otorgan al fenómeno social de los movimientos. Guattari lo deja claro cuando observa que el psicoanálisis ha perturbado la medicina mental. "Freud no ignoraba la maquinaria del deseo." (Guattari) "Freud descubre el deseo como libido, como deseo que produce". (Guattari)
No obstante, y aquí vienen la críticas, la personificación de los deseos sería el componente "idealista" del psicoanálisis freudiano. Gran parte de las nociones que maneja el psicoanálisis estarían atravesadas por este proceso retórico denominado personificación, así, la pulsión de muerte, por ejemplo, cumpliría una labor semejante al deus ex machina trágico. 
El esquizoanálisis, que oponen al psicoanálisis, restituye del componente neurótico (donde la castración es entendida como un bien) la psicosis. 
Dentro de las críticas, encuentran que hay un símil entre el psicoanálisis y la economía política marxista: la neurosis en el psicoanálisis cumpliría un papel muy semejante al de la propiedad, restituyendo la maquinaria deseante a una suerte de vuelta al origen y por ende funcionando en un mecanismo de complicidad con el status quo.
Para sostener su crítica distinguen en el campo social las catexis preconscientes de interés de las catexis inconscientes de deseo. En su propuesta alternativa, el esquizoanálisis, la catexis social no debe, a diferencia de lo que hace el psicoanálisis, ser reducida a la catexis familiar. Cuando sucede esto, en cambio, la noción de catexis familiar es a veces intercambiable por catexis fascista.
Se pudiera decir que el Edipo psicoanalítico es el de Edipo en Colono y el de Deleuze-Guattari el de la obra más famosa, Edipo Rey. La disolución, resolución, conversión, etc. del Edipo "se trata precisamente de la puesta en marcha de la deuda infinita, el análisis interminable, la epidemia edípica, su transmisión de padres a hijos." Aquí Deleuze-Guattari concertarían con una psiquiatría materialista ya que la noción de disolución, resolución, conversión, etc. del Edipo aparejaría la visión de un trastorno mental como un fenómeno supuesto a desciframiento. En contraposición a ello reivindican el delirio que es, como su definición lo expresa, asimbólico.
La noción del inconsciente como máquina que produce si bien no se opondría del todo a la noción lacaniana ("el inconsciente estructurado como lenguaje" ya que el lenguaje tampoco es simbólico aunque se mueva simbolizando), destituiría un logocentrismo adherido al psicoanálisis.
Al referir Guattari la existencia de una "inmanencia de las máquinas deseantes en las grandes máquinas sociales", no iría en total oposición a algunos postulados del psicoanálisis lacaniano. Esta inmanencia explica algunos elementos de la cultura: la proliferación de las disciplinas con sus correspondientes áreas de estudio en las universidades, la creación de grupos con intereses comunes, el fenómeno de precursoría que no pocas veces debe su existencia al éxito del trabajo de un solo individuo. 
Según Guattari "el fondo esquizofrénico del delirio, la línea «esquizofrénica» que diseña un campo ajeno a la familia, se le ha escapado por completo [al psicoanálisis]. Foucault decía que el psicoanálisis seguía siendo sordo a la voz de la sinrazón." Lo cual no parece cierto, ya que Lacan desarrolló la noción de sinthome y esta es dependiente de la paranoia, contracara del delirio. 
El hincapié en el esquizofrénico por sobre el neurótico de Deleuze-Guattari estaría dado por la producción de esquizofrénicos con sus respectivas instituciones, la cuales muestran la ineficacia de la cura psicoanalítica sobre todo tratándose aquellos del tipo de persona que requiere reclusión. Es aquí donde la crítica científica tiene su sentido más esclarecedor al catalogar al psicoanálisis como pseudociencia (aunque el discurso que acuña la noción de pseudociencia no es inmanentista, sino más bien paranoico). La neurosis, es vista así como reterritorialización en el ideario deleuze-guattariano. 
El esquizoanálisis sería, preferentemente, un análisis de grupos, especialmente los militantes "análisis militante, libidinal-económico, libidinal-político." Esto es así puesto que al deseo, con alguna diferencia como en el caso lacaniano, ellos lo ven "emplazado" en los grupos, es decir en las catexis de interés. En el plano de esta catexis Deleuze-Guattari prefieren la noción de infraestructura antes que la de ideología. Es importante hacerse una idea no puritana de los intereses para darse cuenta que los intereses suelen coptar los aparatos revolucionarios ya sean éstos catexis de interés o catexis inconscientes de deseo. Su visión del deseo no es romántica (un hombre contra el mundo), no es individual, requiere de una agenciamiento: la línea de fuga conduce a la organización de un campo social del deseo (una compatibilidad, un encuentro en sentido spinoziano). 
Estructuralismo y simbolismo es la forma encubierta en que el psicoanálisis reduce el fenómeno de deseo. La "novela familiar" (la insistencia psicoanalítica de la remisión a la infancia de los pacientes) depende asimismo de las catexis* sociales inconscientes presentes en el delirio. La incomprensión de la esquizofrenia, por medio de la restitución del "paciente" a la sociedad, constituye el límite epistemológico del psicoanálisis y "su pertenencia a la sociedad capitalista" (Deleuze). 
Por ello prefieren el arte a la teoría (etnología en vez lingüística, novelistas en vez de teorías de la escritura modernas). Así como niegan la existencia de ideología, niegan la del significante, noción muy presente en el psicoanálisis lacaniano, y noción que constituiría la "ley de la hipercodificación despótica". 

Deleuze-Guattari prefieren, en cambio, la noción "spinozista" de Hjelmslev del lenguaje con flujos de contenido y de expresión que prescinden del significante. La división entre sujeto de enunciado y sujeto de enunciación también es desmontada por ellos: hay agentes de enunciación. Por ello Deleuze-Guattari se dicen llamar funcionalistas, y el territorio donde encuentran que el funcionalismo no tiene discusión alguna es el de las formaciones moleculares. Básicamente consiste en repudiar la idea de enunciación como la manifestación del ángel o de la musa, ideas propias de un idealismo. Estas ideas estarían  influenciadas por el trabajo del biólogo Nobel francés Jacques-Lucien Monod.

El Anti-Edipo sería o querría ser en filosofía lo que en literatura los libros de novelistas ingleses y norteamericanos como Lawrence, Miller, Kerouac, Burroughs, y en raro caso franceses como Artaud, Beckett (aunque este sería mitad francés), puesto que estos serían libros decodificantes, desterritorializadores. En definitiva, la literatura preferida por ellos serían esquizolibros, y el esquizoanálisis, por su parte, sería una suerte de anti-análisis, es decir, algo totalmente alejado de una teoría de la lectura.

La crítica de una "tendencia a confundir al revolucionario con el esquizo" expuesta por Catherine Backes-Clément tiene gran pertinencia en cuanto a los desarrollos de la genética. Pero Deleuze-Guattari deja en claro que lo que da sentido a su propuesta es la figura social del esquizofrénico. 
Según la oposición "Paranoia capitalista y esquizofrenia revolucionaria" observa que el funcionamiento capitalista tiene una dependencia con la interpretación textual, interpretación también de la que sería dependiente el fenómeno paranoico, mientras que el modelo Deleuze-Guattari no es dependiente sino de los agenciamientos maquínicos, a través de los que comprende la dificultad inherente a la comprensión del otro propiciando un mecanismo alternativo formulable como "devenir otro." 





*¿Por qué no decirle también catequesis? Ya que no es una palabra lo suficientemente denotativa.






Fuente:
El antiedipo: entrevista a Gilles Deleuze y Félix Guattari
en L'Arc, n.º 49, 1972. Entrevista con Catherine Backes-Clément