La música, elemento genético (glosando)
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Eduard Punset, divulgador científico |
Vía | paquito
Lawrence Parsons entrevistado
por Eduardo Punset señala en la danza "un maridaje representacional del
ritmo de la música." En la danza la figura obtenida (coreografía) es
evidentemente una figura, per se, de
la música. En ningún modo se trata de un sucedáneo sino más bien de un efecto.
La música, en cuanto a su
desarrollo, es vista como novedad en el hombre. Según Lawrence Parsons,
estudios recientes muestran el caso de ciertas aves en los que existe un baile
muy precario, al ritmo de la música, pero motivado exógenamente.
En el caso humano, el canto y
la danza están codificados, como asimismo ligados a la narración (historias), y
por ello a la comunicación.
La primera conclusión
aproximativa pudiera ser que la música como fenómeno nuevo en el hombre es el
sustrato que ha permitido esa larga narración que es su propia historia.
La misma sincronía en los
pasos de baile como ser, por ejemplo, el tango, una sincronización de las
emociones de los bailarines, es observable en una charla: el reflejo llamado
"sincronía" parece ser más difuso puesto que aquí no sólo se repiten
sonidos y emociones sino que además se repiten ideas. ¿Pero es cierto eso, que
se repitan ideas? Una conversación es esencialmente una consensuación y una
repetición de tópicos o metáforas. Como entendió el signo de Saussure Lacan,
donde el significante, la imagen acústica, el "elemento material" del
signo somete el significado, lo somete al punto tal que decir que el significante
y el significado son lo mismo no es descabellado. No se transmiten ideas,
entonces. Esa inversión del signo lacaniana parece revelador en cuanto al papel
de lo que Schopenhauer llamaría "objetivación de la voluntad": el
significante sería científico. Es bueno este adjetivo.
El baile y la música promueven
la cohesión social, por su parte, colige Punset.
Otra idea fuerte de Lawrence
Parsons es que se danza o canta para jugar y se juega para organizarse. Como
una interacción entre personas los sistemas cerebrales por medio de la música
se registran (o interactúan).[1]
En el origen de la música está
todo intento encapsular, sujetar lo percibido con la repetición. Es así como la
memoria intenta vencer su disipación, sobrevivir. La supervivencia es
básicamente lo suficientemente musical (o sutil) como para no ser destructible.
La música entonces es
placentera cuando es más repetitiva, cuando repite tonalidades familiares. Lo
que explica muchas cosas.
Lawrence Parsons dice que si
una bailarina de ballet observa a otra haciendo sus movimientos está "en
cierto sentido" imitando lo que ve.
El contagio que allí se
intenta referir debe ser más extensivo que a esa situación ya que se sabe bien
que incluso se imita lo que se rechaza. Este sería el carácter determinista de
la imitación. Un animal que reconoce ciertos signos de su depredador debe
imitar sus movimientos, por así decirlo -y por decirlo así-, para poder ponerse
a salvo. Una imagen que localiza nuestra atención es como un asalto. Por
decirlo de algún modo, la presa recién puede negociar con la realidad a
posteriori de la amenaza. Según Lawrence Parsons, la bailarina ensaya
mentalmente lo que ve, pero no hay una zona intermedia entre hacer algo
("ejecutar la coreografía") y no hacerlo ("ensayarlo
mentalmente"). El ejemplo del depredador y la presa es contundente porque
obliga a afinar la "imitación" referida reduciendo la racionalización
a su mínimo posible.[2]
El ejemplo más a mano y que
Lorenz Parsons no deja de mencionar se refiere al atletismo y el deporte; allí
el hombre intenta mejorar su técnica dentro de un marco de reglas. Esto pudiera
compararse con la siguiente imagen: lograr el imposible de quitarse un grillo
de los pies sin tener la llave, un mazo, o una sierra. ¿Cómo lo hará? Sin
embargo usar una sierra para cortar una cadena es lograr lo imposible.
Por ejemplo, como la presa que
ha aprendido a evitar el ataque del depredador, el boxeador a su vez
simplemente ha aprendido a flexionar las rodillas y mover la cabeza hacia abajo
y hacia los costados, así como también la cintura de lado a lado: ha asimilado
el golpe. Si bien por esa finta evita el golpe de su oponente es como si con
ella al mismo tiempo la recibiera.
Entonces Lorenz Parsons
identifica dos momentos claros en la práctica de la danza, el canto, etc.: un
momento de práctica, lo que el sugirió como el ensayo mental y luego la
ejecución, donde la racionalización está disminuida, porque si estuviese activa
interferiría en la ejecución. El parangón con las llamadas memorias a corto y a
largo plazo parece insoslayable. La primera como contenido conceptual y la
segunda como contenido procedimental. A este respecto no es casual que se cite
a Nietzsche: ("Sólo creería en un dios que supiera bailar") ya que
Nietzsche, crítico a su época, proponía "hacer el conocimiento
intuitivo", requería para su época de un tipo de enunciado imperativo y de
allí el que se lo ligue a la tradición de escritores moralistas. Esa frase de
Nietzsche sería para un evolucionista una obviedad. Por lo cual si eso que dijo
Nietzsche es la ley "subyacente" de la vida, la vida se lo dijo a
Nietzsche. Entonces allí el asombro dirá "el genio de Nietzsche".
Teniendo más en cuenta para la
segunda (memoria a corto plazo, contenido conceptual) la ejecución y más en
cuenta para la primera al llamado "ensayo mental" (memoria a l.
plazo, contenido procedimental), en el ensayo mental como en la ejecución se
están impulsando los mismos sistemas cerebrales según Lawrence Parsons, pero si
se habla de "mismos sistemas cerebrales" no ha de ser exactamente
así. El modelo fisicalista peticiona para sí al mismo tiempo que una diferencia
entre uno y otro acto, una diferencia para la física que le corresponde a uno y
otro acto. Por ejemplo, conjeturalmente hablando, en la ejecución la parte del
cerebro involucrada en el razonamiento o cualesquieras zonas que intervengan en
un proceso intelectivo, o de abstracción, deben presentar alguna forma de
desactivación cotejable con la sensación del sujeto de sentirse parte del
fenómeno que está sucediendo cuando se lo está ejecutando. Justamente, si se
habla del cerebro como suma de cerebros, algunos están activos cuando otros no
pero esto se corresponde con el modelo de los sistemas de mapeo cerebral. El
ejemplo que da Lawrence Parsons sobre el actor Javier Bardem o un músico en un
concierto ejemplifica a su vez "desórdenes mentales": ser
excesivamente emocional cuando se ha de ejecutar algo, -la vida del grupo es
esencialmente ejecutiva- puede conllevar a una mala ejecución (véase el
pianista que huye del escenario en medio de un público imbecilizado por la
vergüenza ajena como un fenómeno cotejable a la del eyaculador precoz).
Justamente es el ensayo mental lo que se asocia a la emoción.
El caso literario que se nos
ocurre referir aquí es el de Kierkergaard -Hamlet, tal vez-, la angustia
existencial sería propia de la ejecución y la angustia sin objeto sería propia
del ensayo mental. La capacidad lograda en lo que viene en llamarse técnica
sería una suerte de filtrado de la emoción, una capacidad de transmitir de
forma intacta la emoción de modo insensible para el transmisor: como si el
sujeto pudiera entregar la emoción sin experimentarla.
Punset enlaza muy
convenientemente las diferencias que da Parsons con la relación
médico-paciente; en ella siempre está presente la relación emocional o más
precisamente "amorosa": el paciente deposita, en cierta instancia, la
de curación, la reversión de su angustia, en la figura del médico. El paciente
mezcla todo eso e incluso la interpretación (doxología) más conocida lo hace:
se supone que es la muerte a lo que se teme cuando eso no es así, tampoco se
teme al temor, ya que éste es un in crecendo de la angustia, una intensidad
(toda intensidad describe, asimismo un in crecendo y todo in crecendo es la
aproximación, curiosamente nunca alcanzada, de lo que se suele o solemos llamar
"lo intolerable"). Lo mismo pasa con la figura del médico, si el
médico es emocional, tanto él como para el paciente se pudiera decir que se
está prácticamente perdido, es justamente lo más impersonal del médico, aquello
de lo que es receptáculo, su técnica, lo más efectivo.
Dos juegos de lenguaje
fundamentales aquí, expresados por Punset muestran porque se está atado a estas
preguntas cuando aparece el burocrático fenómeno de la salud:
"ponerse en el lugar
de" y "cuando más emocional, más en serio se toma el médico al
paciente": en todo juego de lenguaje debe tenerse en cuenta las acciones
que las sustentan o lo que es lo mismo que son el trasunto de esas prácticas,
ya que serían indisolubles; aquí es cuando el paciente es histérico por
definición, como Jacques Lacan observó muy bien: el paciente quiere y no quiere
que se lo tomen en serio. La palabra "paciente" no puede ser más
exacta. Sólo hay un paciente allí donde hay impaciencia. La estructura de este
fenómeno psíquico se apoya en un equivoco lingüístico que sólo se puede
desenredar explorando el equívoco mismo y por ende formulando un retruécano:
cuando el paciente percibe que no se lo toman en serio, entiende por ello mismo
que el problema está en manos de las figuras asociadas al fenómeno curativo.
Y a su vez, cuando percibe que
se lo toman en serio, entiende por ello mismo que el problema sobrepasa los
medios de la figura (el experto médico) asociada al fenómeno curativo. Es en
este segundo caso cuando la noción de curación carece de todo sentido práctico,
conjeturalmente, porque quizás lo que se entiende como sufrimiento o
padecimiento -los analistas lacanianos, hacen el juego paciente-pa(de)ciente-
es desde el paradigmático punto de vista evolutivo (apoyándose en él) un
beneficio para la supervivencia. Entender esto como un intento de la especie
-no confundir con grupo, Nietzsche otra vez acierta- de forzar al individuo a
llevar su problema individual a un plano existencial o moral (grupal), "de
vida o muerte" como se usa decir, aún cuando sea opuesto al grupo sería
forraje para la supervivencia y por ello, seleccionado. Las expresiones no
revisadas o asimiladas por el grupo parecen tener el comportamiento de la
selección.
Aquí Lawrence Parsons también
postula que aprender a hablar es oír lo que el otro emite e imitarlo. El habla
sería el originador de la combinación en el cerebro de la zona motora y la
auditiva. El llamado multitasking, capacidad de hacer otras cosas mientras se está
concentrado no es privativo de la música. Dicha noción está incluida en lo que
se describe antes: multitasking puede ser la capacidad simultánea de escuchar
lo que se dice y al mismo tiempo preparar la respuesta, para luego más tarde
expresarla fácticamente: en un espacio de tiempo más o menos verificable
escuchar lo que se dice es insoluble de la respuesta que se dará. Pero, como
sabemos, si bien la respuesta suele, a fin de que la comunicación sea
eficiente, esperar a su finalización para ejecutarse, la respuesta se presenta,
ahora sí como un sucedáneo de lo que se escucha y se ensaya decir. Las leyes
gramaticales para su efectuación muestran el mismo comportamiento que la espera
a que el interlocutor culmine con su exposición: un comportamiento de índole
comunicacional y empático. No porque se cumpla en pos de la eficacia de la
conversación está disociado de lo que se escucha decir y de lo que se dirá.
La diferencia que habría que
hacer aquí para establecer el fenómeno que está en primer plano y por tanto
dependiente de la llamada memoria a corto plazo, es, como los tres son en el
fondo simultáneos -o sucedáneos-, la interpretación. Volviendo a lo que se
decía arriba ("no se transmiten ideas") la interpretación estaría
actuando constantemente, al punto de que la comunicación se demuestra como un
mecanismo para llegar a la interpretación.
La interpretación sería el
nuncio de la idea célebre de Heráclito: nada volverá.
Por otra parte, algo que llama
la atención en los programas, ya sean televisivos o libros -el libro es un
programa- es la inclusión de las citas literarias, por las que la ciencia no
sabe decir que ellas estén supuestas a falsación: ya se mencionó la de
Nietzsche, luego se hace la siguiente: "Baila primero, piensa después. Es
el orden natural" (Beckett). Habría que ajustarla con las
resemantizaciones de Lichtenberg del "pienso" cartesiano. "Baila
primero" sin sujeto, gramatical, psicológico, filosófico o lo que sea.
No es curioso que esta cita de
Beckett posea una estructura semántica (léase metáfora) con otra del poeta
Celan, en un libro sobre Wittgenstein que no mencionaremos, donde también se
hacen varias citas epigráficas y también se cita a Beckett: no la tenemos a
mano, pero más o menos intenta una apología de los procedimientos de simplificación
en cuanto a lo que se refiere a todo fenómeno cognitivo: que antes de pensar,
se sienta, etc.
Los ejemplos se repiten: el
final de un soneto de Baldomero F. Moreno ejecuta esta línea: "Y a verlo
todo sin fijarse en nada".
Biológicamente la música
parece no tener ningún sentido, dicho en modo más pedagógico: no sé sabe para
qué cuernos es: -el padre capitalista promedio no se equivoca cuando intenta
disuadir al hijo con intenciones artísticas-; ahora, desde el punto de vista de
la selección natural sí. (Se nos puede pasar aquí por la cabeza la idea de que
la selección natural ha inventado la idea de la selección natural para
sobrevivir). Es característico de todo fenómeno seleccionado por la supuesta
maquinaria biológica el que no comprenda ningún sentido, ninguna claridad, ya
que esta proviene de la archivación del grupo. La respuesta que dan aquí (en
Redes) es porque nos gusta, causa placer, lo cual sería bueno porque activa el
sistema límbico y genera endorfinas. Este tipo de argumento no es lo
suficientemente satisfactorio. Posee una estructura del tipo de argumento
galénico (falacia del círculo vicioso). Es una forma de discurso científico que
se contenta con encontrar una descripción anatómica de fenómenos inobservables.
Más interesante parece ser detectar aquí un problema fundamental de la llamada
selección natural y el problema "mente y cerebro": no porque sea
inobservable deja de existir el fenómeno, pero hay una relación muy estrecha
entre el fenómeno al efecto inobservable y la operación que llevara a cabo la
selección.
Cuando se toca o escucha
música se activan múltiples áreas del cerebro: las neuronas del córtex
prefrontal (pensamiento racional), etc.
La emoción en la música es
asociada a otra zona del cerebro donde se procesa la música, por ello, el
cerebro entonces no es tan sofisticado como se supone si debe tener
compartimentos. Asimismo la posibilidad de que la música, como el olfato puedan
remontarnos algún momento del "pasado" es un proceso de índole
extrañísima puesto que lo que se genera es el ámbito mismo de ese pasado, con
el reconocimiento de que no se corresponde al tiempo que se está viviendo. Sin
este reconocimiento no habría posibilidad alguna de atribuirlo a un pasado
histórico.
Lugares comunes tanto del difusor
como del científico.
En el caso de Punset, su
actitud es siempre muy ingenua, muy bonachona y entusiasta. Y, dado que resulta
bastante difícil disociar cierta perceptible sublimación de sus estudios en
economía -Punset es contador, o algo así-, se nota la insistencia que hace en
el mundo empresarial. En este capítulo eso se puede notar por las reiteradas
menciones que hace a la empresa y su deseo de aplicar el contenido que recibe
de las charlas de la forma más inmediata posible.
En cuanto al científico,
siempre alude a los sistemas compartimentales del cerebro haciendo hincapié en
la sofisticación. Es una tara propia del científico que se intensifica cuando
se consustancia mucho con su oficio, por ejemplo Dawkins superstar: suelen
utilizar el argumento de la complejidad más para rechazar lo que no hacen que
para probar algo. La sofisticación o la complejidad (esto debe quedar más que
claro) es, desde un punto de vista, digamos wittgensteiniano[3],
un sinsentido, puesto que es una confusión de un juego de lenguaje ligado a las
estados psíquicos con las sacrosantas configuraciones de cosas. La confusión
lingüística es un proceso de inversión y tiene su nombre, que siempre nadie
recuerda, en los diccionarios de falacias. Dicho mejor: así como Wittgenstein
decía que Dios no se manifestaba en el mundo, la complejidad no se manifiesta
en el mundo (claro que este mundo en Wittgenstein es monoplano).
En cuanto a la glosa,
cualquiera sea su forma discursiva. Es lo más interesante, sin excepción. Es
nuestra intimidad de lo recibido.
[1] ¿Es fuerte una idea? No son juegos de palabras. Un
juego de palabras es, en cierto modo, un juego de lenguaje wittgensteiniano.
Por ejemplo, en Deleuze, tener una idea puede ser la metáfora de parir. En un
maníaco las ideas suelen salir a borbotones, es por ello que no son ideas. Etc.
Requieren de un "clivaje". Etc.
[2] ¿Entonces que es la verdadera imitación, o por lo menos, aquella imitación donde hay una idea en el sentido deleuziano? Puede pensarse una frase un poco brutal como la siguiente: "tener una idea es azotarse contra el otro o lo otro". El área de la traumatología ligada a las reacciones químicas debiera investigar este asunto. Que nosotros sepamos, es muy posible que se estén desarrollando estas conjunciones actualmente, aunque no sepamos sus pormenores.
[3] La expresión "es, desde un punto de vista, digamos wittgensteiniano" quiere decir esencialmente: "el que escribe piensa mientras escribe en algo que él relaciona a Wittgenstein".
[2] ¿Entonces que es la verdadera imitación, o por lo menos, aquella imitación donde hay una idea en el sentido deleuziano? Puede pensarse una frase un poco brutal como la siguiente: "tener una idea es azotarse contra el otro o lo otro". El área de la traumatología ligada a las reacciones químicas debiera investigar este asunto. Que nosotros sepamos, es muy posible que se estén desarrollando estas conjunciones actualmente, aunque no sepamos sus pormenores.
[3] La expresión "es, desde un punto de vista, digamos wittgensteiniano" quiere decir esencialmente: "el que escribe piensa mientras escribe en algo que él relaciona a Wittgenstein".