Otra noticia de Žižek




vía Karl Naylor






Semblante
Žižek es uno de esos filósofos que acerca la noción de "punto cero" (la crisis). No es que sea apocalíptico en el sentido clásico del término. De alguna manera siempre hubo un Apocalipsis para cada época y esto no es posible, leyendo a Žižek, que él lo desconozca. De su formación destaca que es en cultura popular occidental (aprobada por el comunismo, "oficial"). Žižek se vio obligado a consumir una cultura filtrada por el régimen en el que vivía. En 1977 se une al PC (y lo hace porque cede porque sólo vivía de la traducción). En París, Miller, el yerno de Lacan, fue su psicoanalista. 


Sus intereses
Los temas que aborda, incluidos cine y hasta biogenética, le interesan por estar rodeados de problemas ideológicos. Se suele colegir que se lo ha de distinguir de posmodernistas en que él sí sostiene que existe la verdad. Esto parece claro en lo que se intenta decir, pero ya no es muy relevante hoy en día.


Los silogismos de Žižek
Žižek utiliza algunas historias para ilustrar sus ideas. Muchas de ellos tienen estructuras conocidas con alguna que otra vuelta de tuerca. Por ejemplo el silogismo dilemático que trata del obrero alemán que quiere trabajar en la Rusia soviética (este silogismo, como la mayoría de los problemas lógicos, tiene que abrirse camino con agregado de su solución semántica): el trabajador de Alemania oriental espera conseguir buenas oportunidades de trabajo y vida en Siberia; para comunicar que trabajar y vivir allí es óptimo dispone de una criptografía basada en el aviso a sus amigos vía carta de las condiciones allí imperantes: predispone a sus amigos de que usará dos tintas, azul (cuando diga la verdad), rojo (cuando diga que es falso). Finalmente escribe una carta en la que describe a Siberia como un paraíso terrenal, lo hace en tinta azul, pero agrega que lo único malo es que no puede conseguir tinta roja. 
Esta parábola de Žižek sí es una paradoja, un silogismo dilemático y como quiera llamársele con otros nombres. Baste con ver que la verdad de la afirmación se implica con su falsedad anulando su definición por una o por otra. En principio, dispuestas las reglas de que en azul se dice la verdad, la carta dice la verdad. En el final de la carta, al aseverar que no se puede conseguir la tinta con la que mentir, la carta dice mentiras. Pero se sobreentiende, el dato fundamental supuesto a criptografía es todo lo demás menos la aseveración sobre la imposibilidad de la tinta.


Sobre influencias 
Marx y Lacan serían sus más serias influencias. Aunque no se podría saber cuál de los dos pensadores es el que más influyó en él y puede que no tenga demasiada importancia. El primero sería el más "serio" de los llamados "pensadores continentales" porque entendió el cambio del hombre en relación a la materia (invirtió el Absoluto de Hegel). Por su parte, parecería que Žižek no sería deleuziano o antiedípico (básicamente porque no cree que el psicoanálisis "ficcionaliza" la mente). También sería antiderridiano en el sentido de oponerse a "la escritura sobre la escritura" que caracteriza a este pensador. También no comulga con rasgos de Lacan (su oscuridad y su teatralidad) y sí se acerca al "pensamiento tosco" de Brecht: "duro y al grano". Estos rasgos lo caracterizan a él mismo bastante. Ver y leer a Žižek —sobre todo se lo ve, se presta a debates y es lo suficientemente extrovertido para salir en TV, además de ser seguramente el pensador que más aparece en YouTube— es ver y leer a un hombre duro, tosco, escasamente exquisito culturalmente, lúcido, farragoso, procaz y cómico. Si se lo ve bastante tiempo seguido se ve que tiene una postura gestual más semejante a un político que a un filósofo. 
Sobre los temas generales que trata y sus influencias Žižek traza una especie de  triángulo de las tres áreas que interesan a la investigación actual y que revelan, claramente, su influencia lacaniana: la cultura (lenguaje y sus refinamientos), la naturaleza exterior (el hábitat) y la naturaleza interna (biogenética). Como sucede con Lacan, esta triangulación es aparente. En principio porque el hábitat o la naturaleza exterior será, como era de preveer, puesta en duda por el mismo Žižek. La idea de hábitat es la idea de la naturaleza como se entendía antes, la que no existe, y Žižek variará el "la mujer no existe" lacaniano por "la naturaleza no existe". Por ello es más que claro que dirija su análisis hacia la ecología, por él considerada el nuevo opio de los pueblos. Como en el caso de ese indiscernible que se llama "política", Žižek ve que la noción de ecología será siempre cierta en tanto se refiera al conocimiento que se tiene del medio en el que el hombre esta implicado. Aunque filósofo claramente sesgado hacia la política, si esto quiere decir algo, la política en sí misma también no existe, puesto que siempre ha tenido un rasgo de entretenimiento y su abordaje no puede sino ser fuera de ella misma. En este sentido, la política es una mala delimitación de un área de conocimiento.


El posmodernismo de Žižek
No es posible que se diga que hay pensadores posmodernistas y otros que no. Muchas de las ideas de Žižek no pueden caer muy lejos de ese árbol. Por ejemplo, su idea de la evolución es que esta está rota (el hombre aparece en la Tierra gracias a los desastres). Para Žižek el Universo es un vacío y lo dice de forma literal. Žižek tiene el arrojo suficiente —tal vez la "valentía" no sea más que arrojo— como para disponer estas nociones de literalidad y simbolismo. El simbolismo en su sentido argumental está pulverizado: sólo hay en él entramados de intereses. Esa es toda la profundidad de los simbolismos. Hurgado el simbolismo siempre se da con una literalidad. 
El Universo es un vacío porque no le cabe otra descripción. 
Como persona digna de alguna atención Žižek tal vez sea un político interesado por filosofar, esto parecería no ser un rasgo propio de la posmodernidad, como la mencionada reinvención del estatus de la verdad antes mencionado; además sería también uno más de los denunciantes de la incultura de los políticos: por ella ellos promueven las catástrofes (y el capitalismo es una catástrofe que sigue produciéndose por ignorancia). 
El que Žižek sea, a veces, "normativo", pro sanciones, sartreano en su sentido del tratamiento de la responsabilidad, tampoco parece cazar con lo que se llama posmodernidad, pero esto tiene que ver con sus influencias: para él es claro que el hombre no sabe lo que hace, que es cooptado por ideologías; así las penas para las naciones desarrolladas que contaminan o el control tecnológico para quienes infrinjan su responsabilidad, son algunos de los ejemplos de su combate contra la irresponsabilidad que el capitalismo tardío lleva en su naturaleza misma.
Se comprende así que no hay libertades "liberales", que estas son malas costumbres y que se vuelven ideología. 
Pero también parece haber puntos dudables de Žižek: por ejemplo su crítica a la caridad, que es actual y producente, no debe de obviar que debió primero probarse la "caridad capitalista" como opción: esta caridad es condición de posibilidad de su crítica. Žižek concuerda con Oscar Wilde en su célebre ensayo sobre el socialismo en que la caridad prolonga el mal. Esto concuerda con sus reflexiones sobre la revolución como fenómeno social, que es necesariamente rupturista o paradigmático.


Žižek y las máscaras
A veces la lucidez de Žižek es tal —o bueno, más o menos— que ve mecanismos sustitutivos y de disfraz, por ejemplo en el modelo liberal yanqui (el fundamentalismo está presente en el liberalismo como en aquellos que la nación de la libertad supone combatir). Así, el llamado "choque de culturas", sería aparente. Afganistán pre ocupación yanqui y previo a su inclusión en la lucha de poderes en la década de 1970 supo ser una sociedad musulmana de las más seculares y culturalizadas. 
Así, el fenómeno del 11-9, su consecuencia por todos conocida, no debe, para Žižek, ser renegado por USA porque le es más propio incluso que a sus atacantes. En definitiva, lo que detecta aquí Žižek es que la noción de choque de culturas es muy ingenua. La cultura en sí misma nunca ha tenido intereses. Cuando dos naciones, pongamos como ejemplo, combaten, la cultura no es el móvil de ese combate.
El hecho de que la realidad esté sustentada en lo simbólico lacaniano se prueba en el rasgo particular de este ataque del 11-9: fue al centro de comercio internacional. Y es el orden simbólico el que coarta nuestra misma busca de solucionar problemas al hacernos repetir sus reglas. En este sentido USA, como potencia y toda nación en tanto sea potencia, debe verse como el Gran Otro lacaniano, el orden simbólico "obsceno", el opresor no advertido, y demás metonímicos nombres que le describan. Žižek ilustra el orden simbólico lacaniano con el caballo de Troya, pero para este caso todos somos griegos y troyanos. En literatura también se advierte la omnipresencia de lo simbólico: a tal punto el orden simbólico es la naturaleza que un texto como el Finnegans Wake de Joyce, sumamente vanguardista, sigue siendo aún una obra reflexiva. 
Žižek usa el ejemplo del emperador desnudo, típico relato de la oralidad medieval, como ejemplo de la incapacidad del Otro, y del orden defendido en lo simbólico (léase en el emperador el aparato imperial, y en desnudo, su falta, su obscenidad). Žižek da otra definición de lo simbólico: este es la constitución no escrita. Funciona muchas veces y otras no, como un mar donde el hombre se siente como un pez. Marx sería uno de tantos que se adelantó a esto: el dinero, aunque dentro del orden simbólico, lo ejemplifica como nada. La contingencia del dinero, es la contingencia del orden simbólico y su valor reside en su funcionalidad. 
Hoy, las ciencias humanas, creen, bajo el influjo de Darwin que el hombre es mercancía del hombre. La idea célebre de que el dinero es la riqueza misma (Marx estaba en contra de esto) es compleja y paradójica. Se puede predicar lo contrario. No se debe olvidar el importante avance tecnológico que significa el dinero en la historia del hombre. Y cómo, siguiendo, estas inversiones que Žižek denuncia, se puede invertir la cualidad del dinero como central siendo el organizador del movimiento social.


La noche del mundo
Žižek refresca una noción cuasi existencialista, aquí puede haber parte de su influencia del idealismo alemán: cuando obedecemos a la ley esta refleja que sentimos la presión de entregarnos al pecado, deja por su sola normatividad el resto de lo pecaminoso. El cristianismo lleva, y de modo muy claro, en su centro doctrinario la idea de que el Otro ya nos juzga incluso sin pasar al acto del pecado. Pecado, o falta, o falta de responsabilidad, y etc., como quiera llamarse. La transgresión, así, es inherente a la ideología dominante y por ello la represión nunca sirve o ha servido.
La noción de "la noche del mundo", especie de parábola tratada por Hegel en uno de sus textos menos conocidos refleja para Žižek la visión de que el Otro es "obsceno". Como se verá más adelante con la diferencia entre moral y ética, la obscenidad en sí misma nace de esta relación entre el orden simbólico y el sujeto. Hegel habría hablado en ese texto poco conocido de mirar esa "noche de nada" que es el ser humano al mirar el ojo (no los ojos, no la mirada, no la composición cejas-ojos-pestañas-esclerótica, etc.). En Psicosis un film que interesa a Žižek esta idea se resignifica en la contigüidad secuencial pupila-resumidero. 
Dicha obscenidad del aparato simbólico, para Žižek, la muestra también Kafka. Como Lacan, Kafka, retira al inconsciente o el superyó del ello, los invierte, los imbrica. La burocracia en Kafka es actante, es un personaje inanimado —lo que da una noción clara de que todo lo animado tiene parte inanimada y viceversa—, por así decirlo, y en sus novelas actúa, y el tratamiento de ella que Kafka hace explícita la "falta" lacaniana, su obsesión de obscenidad. Kafka como Lacan refina el análisis humano haciendo ver o rever la noción de razón (los términos se invierten: la ley es irracional en el sentido peyorativo del término). En El proceso, Kafka escenifica denotativamente (en el nivel de las acciones) la burla de esa ley irracional, cuando se ríen de K. en su juicio, o bien cómo la ley ha cooptado a sus representantes. Žižek entiende como emblemáticas las dos escenas de K. ante la ley: la primera austera, irrestringible, con un empleado del tribunal (la vuelta más célebre) y la segunda, restringible, burlesca, con una mujer lúbrica. Es evidente que el superyó ha emigrado al ello, y viceversa allí. En ambos casos, como es sabido, la entrada es sólo para K. Žižek entonces sugiere que El proceso es posmoderno (y tiene sentido o habla del sentido) y que Esperando a Godot (Beckett) es moderno (carece de sentido o habla de su muerte). Todo esto parecería contrario a lo que se suele pensar de estos dos movimientos. K. espera algo como Vladimir y Estragon, pero por así decirlo, Vladimir y Estragon son perversos, mientras que K. es histérico (espera más). Incluso se puede pensar que K. se parece más a Lucky que a Vladimir y Estragon. Otro ejemplo de modernismo es el Finnegans, que es, por principio, ilegible. Lacan coincidiría que Joyce es otro perverso. Esta diferencia que hace Žižek parecería conferirle a Kafka más clasicidad que a los otros dos. Pero tal vez esta inclinación de Žižek refleje su "militancia afectiva" para con el comunismo. 


Más máscaras
Como Nietzsche, Žižek ve en la ideología de la Iglesia, que es el poder desnudo, poder de uso (porque necesita del pecado y lo comprende intuitivamente como inevitable, lo que prolonga su sometimiento). Así se ve cómo la Iglesia, al igual que el capitalismo tardío, utiliza los trampantojos, o paralogismos para ser más precisos, para prolongar su supervivencia.
En cuanto a la defensa no poco desconcertante para otros de Žižek por Stalin, para Žižek el régimen de Stalin no fue propiamente totalitario. Las purgas del estalinismo en la década 1930 tienen algo más absurdo que la de los nazis. Según cómo él lo ha observado, esas purgas dan la idea de que terminaban persiguiéndose entre ellos, el ejecutor era ejecutado, etc.: la amenaza de la contrarrevolución era perseguida obsesivamente. Si no se arrestaban suficientes "traidores" se suponía que quienes se encargaban de ello eran contrarrevolucionarios y por ende éstos, por temor, fabricaban traidores para complacer el superyó comunista. El fascismo, en cambio, era más racional que el estalinismo porque, si uno no se oponía al régimen igual podía sobrevivir.
Žižek utiliza para el régimen estalinista la figura psicoanalítica de la perversión. La persecución entre los estalinistas mismos desfiguraba el enemigo (en todo gesto revolucionario el enemigo desaparece). ¿Qué idea se trae aquí? La idea del bien. La idea del bien, entendida clásicamente, de saber qué es el bien no nace de una proyección de acciones. Toda proyección de acciones es el mal. 


El apuro de Dostoievski
La idea de Dostoievski, retomada por Sartre y Camus de que si no hay Dios todo está permitido, habría sido mucho decir: el superyó se sostiene siempre, concediendo ahora la permisividad como mandato. El error lógico de este razonamiento está en suponer que hay alguna libertad final. O que la libertad nos hace libres, o cosas parecidas. Žižek subraya y denuncia siempre la reapropiación de ideas por la ideología o el superyó, por ej.: la permisividad post '68 (anarquismo, comunismo, hippies, etc.) es tomada por el capitalismo tardío trayendo consigo una regresión tribal a la autoridad, que ya no es edípica (Žižek sigue aquí Tótem y Tabú de Freud), y por ende, el mandato actual es el de disfrutar, gozar. El objeto de deseo del anterior superyó estaba guardado o ausente, el de hoy es "presente". Se puede entrever bajo esta noción de goce obsceno en Žižek la sombra del postulado de la vida inauténtica heideggeriana, sólo que sabiendo hoy que no hay ninguna vida más auténtica que otra. Un ejemplo con que ilustra repetidamente esta idea Žižek es la parábola de la visita a la abuela (que trata de las diferencias intergeneracionales); en el primer caso hay que ir, el padre manda y castiga si no se respeta la orden. En el segundo, se puede no ir, pero el deseo de ir sigue aún en pie, tan pronto existe el hecho de que hay algo todavía por hacer. En este último caso se agrega el imperativo de que debe gustar ir a ver a la abuela.
Tampoco es casual que los '60 sean una década bisagra de este capitalismo tardío: también hay orientalismo importado hoy (sobre todo en su parte práctica, la inútil). La publicidad hace lo propio. La publicidad antes tenía una dimensión imaginaria y simbólica, hoy sólo tiende más a lo simbólico y falla. Antes el objeto publicitario tenía sus beneficios objetivos sobre otros (imaginario: no importa si las bondades del producto eran falsas, se trataba de demostrar que no lo eran): se refería al producto. Hoy hay una dimensión en el producto que es la mera desvergüenza del género de autoayuda: el producto importa porque concede una experiencia ética.


Ideología en la tecnología
El progresismo de ayudar al mundo hace lo mismo (da una experiencia ética): fundaciones sin ánimo de lucro dentro del marco del mundo del capitalismo, consumición de productos ecológicos, etc. El interés de Žižek por la ciencia ficción se ve clara: todo se desustancializa y sigue teniendo la experiencia de la sustancia (v. gr. sexo sin sexo, política sin política, café sin cafeína). 
Žižek interpreta los dichos de Karl-Heine Stockhausen al decir que la última obra de arte fue los aviones golpeando en el World Trade Center. Ya que la mayoría vio el suceso por TV, pero además supo que era real (fue como en el cine pero con la sensación de que lo que se reproducía no era reproducción, reproducción en el sentido teatral del término). En este sentido, falla positivamente sobre la frase de Karl-Heine Stockhausen en el sentido de que la tecnología no tuvo tiempo de ideologizarse y que básicamente eso es lo que mejor se entiende por obra de arte. Estas circunstancias son aquellas en las que se daría el arte.
Otro ejemplo que Žižek utiliza para ilustrar que la "realidad" es más que la ideología y que esta la bloquea con una suerte de mala fe sartreana, investiga el caso del sujeto visto por uno que otros tantos artistas ha desarrollado: el caso Mark Rothko (con su cuadrado negro sobre un fondo blanco) y que, además, tiene un biográfico trasfondo trágico. El primero (el lienzo negro) representaría el inconsciente o mejor sería decir la subjetividad más íntima del sujeto, el segundo, las ficciones o el orden simbólico. En definitiva el fondo negro es la mente (y nadie llega a ella, y nunca podrá hacerlo, su busca conduce a la alienación y básicamente es una fuerza ejercida por las ficciones o el orden simbólico). 
El vapuleado y archimasticado cogito cartesiano sería al revés aquí: "no pienso, luego existo", o como ya se conoce ya en el dicho del mismo Lacan: "soy donde no pienso". El caso de Mark Rothko, aunque trágico, demuestra algo universal: que la ficción, el orden simbólico del sujeto persiste incluso en su subjetividad más íntima (petit a), y la idea de no poder salir del lenguaje se grafica con la idea del individuo como un insecto que recorriera una cinta de Moebius (volverá al principio y nunca habrá ningún borde). 


La ética inmoral
Como muchos autores, Žižek emplea más el término ética que el de moral. Incluso dice ética inmoral. Trata el tema respecto del caso de Antígona, entre otros. La única ética es la ética inmoral, lo que hace Antígona. En El club de la pelea, esta ética está mejor tratada aún. Žižek cuestiona también el llamado "1789 sin 1793", es decir "la revolución sin terror" o la revolución sin su final de matanzas, puesto que esta propuesta no concordaría con la lógica de cambio donde el gesto (que equivaldría al terror mismo) en pro del cambio es un gesto no habido. La noción de revolución es muy semejante a la de otros pensadores, como Nietzsche sin duda, y en el que Žižek incluso se apoya. La auténtica revolución no puede medir sus consecuencias y no tiene sus métodos o criterios prefigurados ya que va contra el orden simbólico existente. Žižek, como ya se mencionó, valora aspectos de la política de Stalin, v. gr., cuando intenta cambiar ('20) el campesinado colectivizándolo a fin de quebrar el régimen feudalista en el trabajo. Žižek tiene muy metida en él cultura de la revolución y por lo tanto puede equivocarse en defender e insistir con ella, porque, básicamente las revoluciones sustantivas actuales se caracterizan por el dominio de la materia. Pero, no obstante, por ello llega a las conclusiones que llega, como ser la de que el gesto revolucionario, a veces, es no hacer nada. Así Žižek llegará a avizorar que la revolución en tanto que asimbólica (hasta donde puede) ya no podría ser, por ejemplo, un linchamiento, una condena judicial, una manifestación, una puja por una ley, los métodos corrientes, etc. porque han sido cooptados por el Otro. 
Sobre el deseo individual y el deber Žižek retoma a Kant y a través de este a Lacan. Parecería que Kant imposibilitaría entender el deber como un a priori para así proponer que se evite denegar después la responsabilidad. Se sabe que se usa el deber como determinismo cuando el culpable se enfrenta a su pena (ej.: obediencia debida). Pero esto se presta a confusión tan pronto hay que separar un determinismo de los hechos consumados y un determinismo, como en el caso del primero, como excusa para no responsabilizarse. Para Žižek no se puede culpar al Gran Otro por nuestra responsabilidad (él no escucha). Así Žižek y Lacan se opondrían a Derrida, según el cual, existiría una ética del juicio "infinito" según la cual seremos juzgados por una comunidad futura más liberada. Ese Gran Otro derridiano no tiene ninguna autoridad sobre el presente y sólo le resta comprender el pasado como un mundo retrógrado. A la idea de que no existe el gran Otro —o dicho en tono más bíblico: no se sabe a sí mismo—, Žižek la ve en El libro de Job. Este libro estaría entre los primeros textos inmanentistas o antiteleológicos del Antiguo Testamento: las desventuras de Job no se deben a ningún pecado suyo (así lo deja entender el libro) y por lo tanto Job no debe redimirse, o algo parecido. El Dios de Job es como el Otro lacaniano, un dios que no cree en sí mismo. Para Žižek sería una especie de uno de los primeros Dioses ateos, si no el primero.


El orden simbólico como un videojuego
La construcción subjetiva del universo es, para Žižek, similar al diseño de videojuegos: en estos el detalle va hasta lo "jugable", y el fondo/escenario, por ejemplo, tiende a ser difuso, no porque no se llega ahí, sino porque eso no está construido/programado.




Bibliografía
Žižek para principiantes 
Christopher Kul-Want & Piero: 2011.
Trad. Laura Cerrato.
Era Naciente SRL editorial.