Merleau-Ponty en John Lechte



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Merleau-Ponty no pone como prioridad la relación sujeto-objeto propia de la fenomenología de Sartre. Niega esta dicotomía argumentando que si fuera cierta todo significado sería solipsista: el significado de mí mismo derivaría de mí mismo; del mismo modo, el significado del hombre derivaría del hombre. La reducción fenomenológica o epoché de que parte Merleau-Ponty a partir de Husserl resultaría esencial. Por ella hay una «desconexión» del mundo natural. Por ello y sus demás exploraciones, Merleau-Ponty, refiere «la experiencia encarnada», por la cual entiende que nuestro cuerpo está unido a un mundo determinado o bien que el cuerpo no está en el espacio, sino que es el espacio. Así, la percepción no puede entenderse aisladamente, como se hacía en la filosofía del siglo XVIII. La percepción no existe en este sentido, sino como un abstracto universal. Si la percepción pudiera ser algo sería la imbricación del organismo que percibe y su entorno. Si se ha de hablar de conciencia será como hablar de percepción. Negando el aporte cartesiano, el sujeto no está fuera del objeto, ni al revés. 
Estas ideas de Merleau-Ponty tienen derivaciones lúcidas: por ejemplo el hecho de que la percepción es un resultado ya minado de entorno, y el que las ideas mismas de una época obtienen su certidumbre del estado de la percepción. 
En este sentido Merleau-Ponty haría división entre "percibo" y "pienso", invirtiendo la noción más conocida de percepción de uso frecuente todavía hoy día. Percibir no supone sino reproducir. Por ello cuando se percibe una cosa en realidad se está diciendo lo que se dice de ella. Según Merleau-Ponty la percepción: «se olvida de sí misma e ignora sus propios logros». Por estas conclusiones se deduce el carácter indisoluble a que se enfrenta toda filosofía de la conciencia. En pocas palabras: estas filosofías serían cartesianas. 
Merleau-Ponty, a posteriori, lee con pasión a Saussure y sus investigaciones se tornan más semiológicas. Así, Merleau-Ponty es uno de los inspiradores del estructuralismo y destacaría dos principios saussurianos que serían centrales para dicha corriente: el significado surge en el lenguaje a través de una relación diacrítica entre los signos, en primer término; en segundo término, el estudio diacrónico de la lengua no puede explicar la naturaleza del uso corriente. Para él, una lingüística digna debe reconocer que el lenguaje sólo puede entenderse desde dentro. 
La crítica de Lechte es pobre: en Merleau-Ponty, como en la fenomenología en general, sería difícil abordar el "problema general" del otro. (Lechte, sic)